¿Cómo se logra? ¿Cuánto tiempo toma? ¿Quiénes intervienen? Esta semana le preguntamos a dos decoradoras con vidas muy distintas pero con un recorrido muy similar, cómo es eso de vivir su sueño.
Cerrando el mes de vivir en el sueño, quisimos acercar dos historias de mujeres con sueños distintos y mismo motor. Vidas, decisiones y procesos que dejan en evidencia que la “foto final”, tiene por detrás muchísimas idas y vueltas, dificultades, requiere de paciencia, neuroplasticidad y trabajo del duro.
Coincidencias o no, tanto Nati Rodriguez de Nobles pensamientos como Lucía Gogenola de Proyecto pasillo deco y Proyecto pasillo tienda, materializaron sus proyectos junto a sus parejas: Agustín Leiro y Agustin Gómez, respectivamente. Aquí sus historias:
Nati Rodriguez de Nobles pensamientos:
“Largo todo y me voy a vivir al campo.”
-¿Cómo es que arranca este sueño? ¿En qué fecha, momento de tu vida, con qué conversación?
Bueno, en realidad me es difícil determinar un momento exacto, pero cuando lo empiezo a repasar es algo que siempre quise hacer pero negaba internamente. Agus siempre quiso hacer esto pero yo no lo veía posible porque no me animaba a soltar mi vida en la ciudad (familia y amigos principalmente).
En una de nuestras primeras charlas le dije que yo no tenía muchos planes de vida porque mucho de lo que había planeado, no salió como esperaba y que entonces había elegido fluir en lugar de seguir sosteniendo estructuras. Pero que sí tenia un deseo fuerte: me veía viejita viviendo rodeada de verde. Recuerdo que tuvimos esta conversación hace más de 10 años.
-¿Tuviste o tenés otros sueños que quedaron en el tintero?
Si, viajar principalmente, sola y con Agus. Pero creo que en algún momento lo vamos a hacer.
-¿Qué grandes piedras encontraste en el camino y cómo fuiste surfeando para esquivarlas?
Las principales piedras del camino creo que en mi caso tuvieron que ver con estructuras mentales. Como por ejemplo que hay una determinada edad para hacer las cosas. Yo salí del colegio con el objetivo de una carrera universitaria y profesional pero nunca había sido la prioridad hacer lo que me gustaba, así que me perdí haciendo cosas que no me hacían feliz.
En determinado momento de mi vida solté todo eso y empecé a buscar conocerme mejor y responder a mis deseos. Así fue como deje mi trabajo en relación de dependencia y mi carrera universitaria y me puse a reciclar muebles. A partir de ese momento empecé a construir la vida que me hacía feliz.
-¿Cuán fiel es tu proyecto soñado a la realidad concretada?
No sé si en algún momento me permití soñar con todo esto, me imaginaba sólo siendo una abuela con esta vida. Cuando nació nuestra hija y activamos irnos a vivir a Chapadmalal, Agus me dijo: vos dijiste que te imaginabas de viejita viviendo así, pero nunca dijiste cuando empezabas.
Todos mis miedos me impedían soñar con esto así que claramente es todo mucho mejor a cómo me lo podía imaginar. Soy muy feliz viviendo esta vida.
-¿En qué momento empezaste a pensar seriamente en que era un proyecto materializable?
Cuando nació Fran todo se volvió materializable. Nos revivió las ganas de activar todo esto que venía gestándose tímidamente y activamos el reciclado de la casa.
-Vivís tu sueño ¿Y ahora? ¿Qué es lo que viene después del sueño?
Yo creo que ahora viene disfrutar de todo esto, nos llevo mucho tiempo y mucho esfuerzo y ahora quiero vivir en calma acá. Armamos una casita para alquilar y que otros puedan vivir un poco esta experiencia, así que desarrollar ese proyecto nos entusiasma un montón. Tenemos infinitas ideas y ganas de activar muchas cosas, pero eso a veces también cansa un poco. Así que ahora se vienen algunos meses de calma y de disfrute. La búsqueda está en encontrar más tiempo de ocio y de placer y equilibrarlo con la cantidad de tiempo de trabajo.
Lucía Gogenola de Proyecto pasillo:
-¿Cómo es que arranca este sueño? ¿En qué fecha, momento de tu vida, con qué conversación?
Recuerdo como si fuera hoy, el día que cosí los almohadones de la foto (las foto de abajo). Teníamos la tela de un viaje y en un rato libre me puse a coser. En ese momento trabajaba doble turno, había estudiado abogacía. Si bien tenía un amor profundo por el mundo de la decoración, lo tenía como un hobbie, nunca lo había pensado antes como una carrera.
En ese momento sentí la sensación de estar volviendo a mí, porque tenía que ver con la decoración que siempre me había gustado, pero también con un proceso creativo. Cuando llegó Agustín ese día a casa, le dije: dejo todo y me pongo a vender almohadones. En ese momento no pudimos hacer el salto porque no podíamos vivir los dos con un sólo sueldo, pero quedó instaurada la necesidad del cambio de vida.
En ese momento nació el nombre Proyecto Pasillo, porque vivíamos en ese momento en una casa de pasillo. En ese momento entendí que se trataba de un proyecto porque se trataba de algo que uno piensa a futuro y que hay que construir, que tiene pasos.
-¿Tuviste o tenés otros sueños que quedaron en el tintero?
Se puede decir que siempre tengo una lista de grandes sueños por cumplir pero no podría decir que quedaron en el tintero, siento que nunca es tarde para hacerlos realidad. Así que por ahora diría que no.
Capaz la experiencia de vivir y trabajar un tiempo afuera, plan frustrado que nos dejo la pandemia pero que permitió que Proyecto Pasillo Tienda naciera. Todo pasa por y para algo.
-¿Qué grandes piedras encontraste en el camino y cómo fuiste surfeando para esquivarlas?
Desde lo personal, el entender que vivir de algo que no sea lo que estudiaste no está mal. Que todo eso que viví me dio herramientas para estar donde estoy hoy y no fue tiempo perdido sino invertido. Con el tiempo aprendí que si hacés eso que amas, es mucho más posible que puedas ayudar a los demás, sin importar que sea eso.
Desde lo económico, el temor a la falta de “estabilidad” del sueldo y el trabajo en relación de dependencia. Y al principio encontrar la manera de hacer redituable eso que me gustaba, el entender como volverlo un trabajo, disfrutando del proceso.
-¿Cuán fiel es tu proyecto soñado a la realidad concretada?
Es una montaña rusa constante de emociones. Por momentos es extremadamente increíble y por momentos decís: paren un segundo que me quiero bajar.
Cosas que fantaseaba y no son así: Creía que iba a tener más tiempo libre y trabajar menos horas, eso no fue para nada así. Un proyecto propio te ocupa la cabeza 24/7. Es un desafío constante! También es cierto qué haciendo lo que te gusta los minutos vuelan y a veces necesitarías que el día dure 100hs. Tenés que ponerte tus propios límites, encontrar tus ritmos y horarios. Saber arrancar y saber frenar. Aprender a descansar, algo que jamás me habría imaginado.
Miedo que tenía y terminé borrando: La preocupación de no tener un sueldo fijo se fue, si bien hay meses mejores que otros, de alguna forma u otra te reinventás para seguir apostando.
Es bastante agotador el tema de los cambios en los precios, la inflación, los proveedores, encontrar los recursos para hacer cosas diferentes, etc. Es un desafío constante.
Otra cosa que no imagine: Las vacaciones ya no son vacaciones: la cabeza está en el proyecto aunque no quieras. No podés cerrar la puerta y simplemente irte. Todo depende de vos. Siempre estás pensando cosas nuevas, como mejorar, qué cambiar. Es hermoso pero muy distinto a cómo lo imaginé.
Cosas que son radicalmente mejores: Lo que supera ampliamente mi imaginación y es algo que nunca hubiera pensado, es el cariño de la gente, los mensajes, leer sus historias, el valor que le dan a nuestro trabajo. Cómo el compartir mi proceso hizo que pudiera acercarme a tantas personas. Eso es impagable y eso lo que hace que todo lo demás valga 100% la pena. Y por otro lado el conocer tantas personas creativas y emprendimientos, la posibilidad de trabajar en conjunto, de aprender de otrxs y desarrollar nuevos proyectos compartidos.
-¿En qué momento empezaste a pensar seriamente en que era un proyecto materializable?
Proyecto Pasillo tiene dos cuentas:
-la cuenta Proyecto pasillo deco que fue mutando hacia una cuenta donde me volví más generadora de contenidos, propios, para marcas y de otras personas.
-Por otro lado, está Proyecto pasillo tienda, que es la línea de diseño que generamos con Agustín, que tiene su propia faceta y fue lo que nos permitió a los dos renunciar a nuestros trabajos y vivir de este proyecto.
Recién cuando la tienda comenzó a funcionar, fue que tuve claridad acerca de si iba a poder vivir de esto. Agustín trabajaba en una metalúrgica y nosotros, en plena pandemia, nos pusimos de desarrollar productos que testeábamos en casa. Cuando lanzamos la línea, sentí que le estábamos dandole un producto físico a una identidad de marca que ya existía.
En cuanto a la cuenta, sentí que era materializable cuando vi que las marcas se empezaban a acercar buscando contenido para redes y también cuando comenzamos a organizar con Belén Casello, nuestros viajes de deco y diseño, proyecto que hoy día sigue en pie.
-Vivís tu sueño ¿Y ahora? ¿Qué es lo que viene después del sueño?
Proyecto pasillo tienda es un proyecto que aún es muy joven y tiene mucho para dar así que los sueños que siguen son incontables. Estamos seleccionando locales para comenzar a tener puntos de venta dentro y fuera de Argentina y un sueño será algún día tener nuestro propio estudio/local y desarrollar proyectos comerciales de interiorismo, así como poder hacer objetos y mobiliarios más grandes (cosas que hoy no podemos porque seguimos trabajando desde casa). También desarrollar nuestra propia línea de textiles e iluminación.
En cuanto a Proyecto Pasillo desde lo personal, sueño con muchas cosas cómo lanzar mi propio taller de color y decoración, algún día escribir un libro, viajar a Nueva York y conocer las oficinas de Apartment Therapy.