Esta semana invitamos a nuestra embajadora del buen vivir y el buen beber para que nos ilumine en materia de vinitos, circuitos, tiendas y contextos para exprimir al máximo cada racimo de uva.
—Por @lolinocito
Baja la temperatura, los árboles van perdiendo las hojas, anochece más temprano y entonces, nos dan ganas de tomar vinos tintos acompañando comidas más templadas, ¿cierto?.
Personalmente, no creo que haya un momento específico para tomar un tinto o un blanco, un naranjo o un rosado. Sí es importante la temperatura, pero no tanto la del ambiente, sino la del vino. Pero ese es mi #POV.
Lo que pasa es que, independientemente de la estación, los vinos naturales argentinos cada año son más y más interesantes y por eso creo que es bueno tomarlos durante todo el año. Siempre, claro, con iguales cantidades de agua pues: consumo responsable.
Acá solo quiero compartir #DATA. Van algunas puntas, porque no creo que exista mejor manual que el de pasar las cosas por el propio cuerpo y guiarte por tu propia intuición para ir y probar lo que te llame.
Vinos “naturales” ¿por qué?
Seguro tenés alguien en el grupo de amiguis que lleva vinitos “raros” cuando se ven, o que estuvo en Mendoza o Salta y trajo alguna botella de una bodega “chica” a la que llegó porque no había reservas para visitar a las “grandes”.
Quizá seguís influencers foodies y ves stories con botellas de vinos con sus lacres, sin etiquetas. Seguro que ya fuiste a algún bar de vinitos y se te acercó un/a somm a recomendar un tinto ligero y apareció la palabra “natural” en la carta.
Pero, ¿qué es el vino natural?
Si bien el término “natural” es algo resistido y no existe aún un criterio aceptado sobre qué abarca, se puede acordar que se refiere a uvas orgánicas sin sulfitos ni levaduras externas agregadas. Casi #LIT, es el jugo de la uva fermentado en sus propias levaduras, con mínimas o nulas prácticas de filtrados o sulfitados (conservantes) en diferentes momentos de la vinificación. Por esto, también se suele decir que son vinos “libres”.
Probar vinos naturales y seguir su evolución es, para mí, una forma de apoyar prácticas sanas en los viñedos “mediante agriculturas sustentables y conscientes para proteger la vida de la tierra” como dice el manifiesto de quienes organizan la Feria Salvaje. Estas prácticas permiten lograr el diferencial de estos vinos: sus fermentaciones espontáneas generadas por levaduras nativas (es decir, propias de la uva) que dan como resultado un alimento vivo.
Los vinos naturales me llevan a la juventud de mis abuelos pisando uvas en Mendoza y San Juan con sus primos en el patio de las fincas. También me llevan a Jujuy a historias como la de don Egidio Sajama, con 80 años, 7 hijos, 18 nietos y 14 bisnietos, quien luego de escuchar en la radio el pedido de la bodega El Bayeh pasó a formar parte de los vinos Parceleros que reúnen uva criolla de antiguos parrales de vecinos y vecinas de Purmamarca, Tilcara y Maimará, revalorizándola. Y así, tantas otras, como la de Santiago Salgado, quien en 2005 compra el terreno que daría lugar a Finca Las Payas y, sin otras herramientas que su gusto por el vino, empieza a aprender haciendo con uvas raras como la corvina y la canela (criolla en extinción).
La línea de tiempo del vino en Argentina que estoy armando en mi cabeza mientras escribo esto me lleva a 1551, cuando el jesuita Juan Cedrón planta en Santiago del Estero uva moscatel. En 1853 Domingo Faustino Sarmiento crea la Escuela de Agricultura en Mendoza e introduce cepas del viejo mundo con asesoría del técnico Michel Aimé Puget. Pasaron cosas, y doscientos treinta años, hasta llegar hoy al auge de pequeños productores y otros más grandes de la industria revisitando la forma ancestral de hacer vino y experimentando con distintos métodos y tecnologías. Y eso es lo que ahora me hace volver al tema del otoño y del vino tinto y proponerte una corta selección de botellas que te invito probar.
Van ordenadas de lo más claro a lo más oscuro, de las burbujas a lo más redondo, pues hace bien cortar con los mandatos y experimentar:
- Mother funky, Pét-Nat de Santé Vins. “Pétillant Naturel”, aka Pét-Nat, es un vino espumoso natural. Estos vinos son frescos y con bajo grado alcohólico. Lo listo primero porque me gusta siempre empezar con burbujas y porque es un rosado de bequinol. Martín Abenel, crea sus vinos de mínima intervención y de pocas botellas en un garaje cerca de Bahía Blanca. La béquignol es una variedad de uva que se usó como componente de mezcla en los tintos de Burdeos, pero ahora se encuentra fácil en los viñedos de Mendoza.
- Mujer criolla, criolla chica de Lucas Niven. Un tinto ligero de muy pocas botellas y de mi uva preferida.
- Malbec 2020, Riccitelli. Lleva en su etiqueta una especie de cactus nativa que encuentra su hogar en la altura y condiciones únicas de suelo, al igual el vino, que proviene de los suelos calcáreos de Gualtallary. Vinificado en pequeñas vasijas de concreto con racimos despalillados durante varias semanas, continúa su crianza en barricas usadas hasta la siguiente vendimia.
- El corazón manda, Finca La Cayetana. Este malbec es la nueva apuesta de La Cayetana, finca que para mí representa el paraíso hecho realidad en Mendoza y tuve el privilegio de probar durante un almuerzo en su casa. Aún no llega a las góndolas de las vinotecas ni restaurantes, pero lo hará pronto.
- Cabernet franc, Oír ese río. Sentí las piedras de su paraje en Alto Agrelo cuando probé este vino en la Feria Salvaje en noviembre del año pasado. Me gusta mucho esta uva para salir un poco del malbec y la criolla y no irme a la bonarda.
Iban a ser cinco, pero de yapa van 6: si ven en algún chino o supermercado alguna botella de Biutiful, Biolento o Imposible, todos malbecs de Maal Wines, no lo duden y háganse el favor de llevarla. Maal es una pequeñísima bodega de Las Compuertas, en Luján de Cuyo, Mendoza, que solo hace malbec. Todos naturales y orgánicos, en una bodega en la que todo es reciclado, hasta las mismas viñas.
Dónde beberlos: bares de vinitos
Perdonen que peque de porteño-centrista, pero listo acá algunos lugares en la Ciudad de Buenos Aires donde pueden encontrar estos vinos. Sé que hay muchos más en el país pero este es un recorte y pueden compartirlos en comentarios así entre todes armamos un mapa:
- Anchoita cava, Chacarita. Sí, de Anchoita pero donde podés ir tranqui sin reserva y encontrar una carta de vinos por copa bien nutrida para acompañar con más de 1oo tipos de quesos, todos argentinos.
- Anfibio vinería, Villa Crespo. Amo este espacio que mashupea vinos con aliens y te abduce a través de su pasillo largo y rojo hacia distintos rincones para probar platitos y vinos por copa o botella. Sus inicios eran veggie y luego viraron, porque todo muta.
- Diviiino, Villa Crespo. Uno de los bares pioneros en acercar el vino natural a todas y todos, tiene su nueva sede en un pasillo largo al aire libre y ahora también abre al mediodía los fines de semana. Imperdible el panchito, ya clásico. Diviii, además, es uno de los pocos lugares que siempre te acerca una botella de agua filtrada de la casa para que te mantengas hidratada/o sin cargo.
- Las Patriotas Vilardo, Palermo. De los creadores de Lardo & Rosemary, Lardito y Club Vilardo, una mezcla de tradición en los platitos de Las Patriotas y de larga carta en los vinos del Club. Los martes tienen jazzito, un ciclo de música en vivo.
- Vereda adentro, Nuñez. Pame y Lu abrieron a fines de 2022 en una esquina tranquilísima del barrio su propuesta que además de incluir el pebete de salame y queso más rico tiene los vinos de Lado Salvaje, que nuclea productores de vinos naturales de todo el país. Vereda tiene también choperas de agua natural, fría y con gas para que te sirvas y hagas refill sin costo.
Por si te quedaste con sed:
Si tenés ganas de explorar el mundo del vino ¡hay muchas opciones!. A mí se me ocurren varias que van desde explorar estanterías o la tienda online de librerías como Falena y Céspedes y ver qué tienen sobre este brevaje hasta ir a catas, talleres y ferias y pasarlo por el cuerpo. Acá va mi top cinco de actividades:
- Vinito con amigues: se llama así la propuesta de Flora, somm de CAVE, que consiste en cuatro clases como introducción a los distintos tipos de vinos. En cada clase hay material de lectura, pruebas de aromas y una cata.
- Degustaciones: desde restaurantes hasta vinotecas y bares, distintas bodegas presentan sus vinos o invitan a probarlos. También los mismos lugares hacen sus propuestas, como la cata que visité ayer en Vereda Adentro, donde el dueño de Finca Las Payas llevó 6 botellas de su guarda propia a Vereda Adentro, o una degustación del año pasado en la que Vino El Salvador presentó un recorrido de vinos icónicos de Francia.
- Clubes y cajas de vinitos: En Enófilo, Lado Salvaje, Vino El Salvador, Club Vilardo y Soler Vino podés suscribirte para que cada mes te manden una selección de vinos y también comprar botellas de vinos naturales con envíos a todo el país. Muchos de los bares y restaurantes que mencioné antes también venden botellas de vinos con descuento sobre el precio de carta.
- Taller de vinos naturales: El atelier de vino es donde Suelem, Pauli y Valen bajan a la realidad la teoría y metodología desde su propia experiencia con Batallero. Crearon este espacio vinero para gente vinera por chicas vineras y vale la pena seguir sus pasos y sumarse a los encuentros que proponen.
- Ferias: en 2021 se hizo la primera edición de Feria Salvaje, un espacio de encuentro que suele hacerse en noviembre aunque suma adelantos en distintos momentos del año y es una fiesta de todo el ecosistema de los vinos naturales y libres, sus productores y sus consumidores, gastronómicos y también todo lo que está cerca: desde mieles y plantas nativas a productos de limpieza y cosmética con lo que sobra de la uva. Esta feria revaloriza el trabajo a escala humana, coherente con todo lo que se hace desde la uva hasta la botella. Si tenés ganas de viajar, en junio también se realiza la feria Naturebas, en San Pablo, Brasil.
Complementos:
Soy muy fan de llevar una botella de vino cuando visito a alguien pero también de recibir en casa y armar mesas escenográficas. ¿Alguien más?
Acá van cinco elementos, sí porque cinco es el número mágico, que siempre maridan bien con el universo vinífero:
- Candelabros: IDLB la tienda de arte de Irana y Luciana, creada para animar a las personas a comprar arte y acercarles a invertir en cultura y en producción artesanal y nacional, tiene una selección de objetos arty de todas las formas y colores para este uso.
- Copas y vasos: recomiendo visitar el Mercado de Pulgas de Colegiales y mixear distintos estilos y tipos de cristales aunque en Casa Social tienen unas copas muy minimalistas y geométricas que me tienen perdida. Indio tiene vasos vintage de distintas épocas que van muy bien para mezclar con otros.
- Flores: seguí el trabajo de La Espina para inspo bien alternativa. También podés encontrar ramos en Flora Almacén y en algunos mercaditos como Silvestre, que son geniales para rearmar en distintos floreros.
- Velas: en IDLB y Casa Social encontrás versiones escultóricas. En Naked Lunch un set que es un fuego. Flora Almacén tiene una versión con aroma malbec que me puede.
- Portantes: llevar vinos no es tarea fácil pero Nimes creó un bolso para dos botellas que es muy útil. También me gusta mucho la versión individual de Casa Pop-Up compuesta de dos cintas de cuero y una argolla de bronce que encapsulan a la botella para el regalo perfecto.