Llegada la Primavera, regresa una vez más ese odioso concepto de “llegar al verano”, un lugar de lo más común, demodé y tan pero tan lejos de todo lo que significa el autoamor. Los medios nos invaden con mil tips y planes para hacernos sentir una vez más que algo nos está faltando.
Hay algo que me pregunto todas las primaveras: ¿Por qué tengo que llegar al verano, si el verano llega solo igual? Montarnos de pies a cabeza en dry fit, grupos de running, Entrenamiento Funcional, membresías en gimnasios, métodos nuevos, sudor, mejorar el tono, el ácido láctico, que HIIT, que Gap, el suplemento de proteína, que mis meñiscos dicen ouch pero los glúteos vuelven a la vida… Agotador.
Vernos bonitas y fuertes por fuera, check.
Peroooo… ¿Y hacia adentro cómo andamos? ¿Existe un entrenamiento para fortalecernos espiritual, emocional y mentalmente? ¿Cómo se mide la fuerza interior? Esa solidez que nos hace pararnos frente a gente avasallante y sostener un no, de sobrellevar duelos, de sostener situaciones de estrés sin quebrarnos, de poder contener a nuestros seres queridos sin perdernos en la congoja del otro.
¿Por qué tengo que llegar al verano, si el verano llega solo igual?
Todavía no encontré un gimnasio ni una membresía para trabajar mi estamina interna. Y como hay tanto culto de los externo, pero en este espacio sí le damos importancia a los procesos personales, pensé en una serie de “treinos”, para trabajar y mantener la estamina espiritual. ¡Hagan algo con la Ari Paluch que me habita!
Bueno, aquí mi lista:
- Tiempo a solas: Yo les digo “citas conmigo misma”.
- Más naturaleza: Paseos al aire libre, una caminata por el río, una plaza frondosa, una escapada al Delta.
- Detox de pantallas: Ultra desafío siendo emprendedoras, pero se puede arrancar con un momento del día todos los días o un día del fin de semana.
- Retirarse de vínculos no sanos: Es increíble la cantidad de energía que se nos fuga en encuentros y conversaciones innecesarias. Aunque sea el kioskero pasivo-agresivo. Hay mil, elijamos otro. Ni hablar de amistades y relaciones de pareja. Hablar menos, curar muy bien lo que escuchamos y de quién nos rodeamos.
- Retirarnos de los sentidos: Los yoguis lo llaman Pratyahara. Se trata de reducir los inputs sensoriales, retirarnos más hacia adentro, transitar el silencio, con menos exposición física y en redes, menos ruidos, olores, estímulos, menos información que absorber del entorno. Menos es mejor.
- Mindfulness y yoga: Ah re que no podían faltar. Por zoom, en salas, en el parque, de viaje, en casa. Si Hatha, Swasthya, Kundalini, Ashtanga, Zen, Trascendental, Vipasana. 5 minutos, 20 minutos, 1 hora. Explorar y encontrar la forma propia. No hay un combo ganador.
- Música: De la que pacifica, de la que nos pone a danzar solas en casa, la que nos acompaña en un viaje, la que acompaña el videoclip mental que nos haga bien.
Y justamente es por eso que todos los meses publicamos una playlist con un fin, para acompañar un proceso, liberar endorfinas, mimar y alimentar la fortaleza interna. Y así finalmente, poder llegar al verano buenas, bonitas y fuertes… por dentro.