¿Alguna vez sentiste esa sensación que algunes describen como “frío por la espalda” o experimentaste “piel de gallina” al escuchar una canción?
Pues resulta que estas respuestas de intenso placer al escuchar música han sido estudiadas por neurólogos y tienen una equivalencia a las reacciones que los humanos tenemos frente a otros estímulos, en particular: a la comida (1) y al sexo (2). No es de extrañar que el plan para una primera cita siga siendo en el top 1 “ir a un bar”, o “salir a cenar”. También lo encontraron similar en la respuesta a algunas drogas recreativas (3). Estas comparaciones buscan marcar lo peculiar de nuestro vínculo con la música y sobre esto los investigadores señalan: de todos estos estímulos, la música es el único que no es estrictamente necesario para la supervivencia biológica (como 1 y 2), ni es una sustancia farmacológica (como 3). La música no cae en ninguno de esos casilleros y sin embargo nuestro cerebro la premia con igual atención. Interesante, ¿no?
Puede significar muchas cosas: que sea una evolución del cerebro antiguo que hoy nos ayuda a crear significado de estímulos abstractos a partir del placer que estos nos generan; y que si bien la música no es imperativa para la supervivencia sí nos genera un beneficio de bienestar y por eso sigue siendo relevante en nuestros circuitos neuronales.
Esa hipótesis la prueba otro estudio que vincula a la dopamina (el neurotransmisor comúnmente conocido como “la hormona de la felicidad”) con la experiencia de placer que provoca la música. En ese estudio manipularon la carga de dopamina en forma positiva y negativa (con dopamina sintética e inhibidores) para demostrar que efectivamente existe una conexión; y está ligada a escuchar música, a cantar y también a jugar: actividades que no parecen tener ninguna función específica en cuanto a la supervivencia de los humanos, pero que nos generan una alegría sincera y muchas ganas de compartir nuestros hallazgos. Cue: las playlists. Los científicos también concuerdan en que la dopamina está vinculada a nuestra capacidad de motivarnos y de sentir curiosidad. Eso explica por qué una película sin una buena banda de sonido es un desastre o por qué todos los congresos profesionales tienen una cortina musical con ritmos ascendentes.
La música es un puente
Por lo pronto, lo importante a recoger de estas investigaciones es que la música es funcional al placer. Podés usarla como método para levantar tu ánimo, aumentar tu concentración, relajarte o convocar sensaciones placenteras. Aunque esto por experiencia ya lo sabías, la oportunidad sería usarla intencionalmente como herramienta y armarte entonces algo así como “tu cajita de primeros auxilios”: podés “curar” experiencias musicales y guardarlas para repetirlas cada vez que las necesites. También podés explorar las listas que crearon y compartieron otras personas, descubrir con ellas formas de agrupar canciones o de organizar estas experiencias que no habías imaginado y encontrar ignotos DJs que vibran con tu misma sintonía musical. Si todavía no escuchaste ninguna de las playlists conceptuales de Happimess, tenés para darte una panzada.
Otra actividad para indagar en la conexión entre placer y música, es crear una bitácora musical. ¿Cómo sería la banda sonora de tu vida? Pues la única forma de descubrirlo, es tomar nota y organizar ese conocimiento que es tanto intelectual como emocional y por lo tanto indudablemente personal. Ya estamos craneando la versión Monoblock (¿te copa? ¿me decís en los comentarios si la usarías?), pero mientras tanto te dejo una selección de nuevos cuadernos que bien podrían servir perfectamente como aliados en tal honorable misión.
La música y el placer se unen en ese punto que te mencionaba antes: hacer sentido de una experiencia abstracta. La música es una fantasía y como tal nos permite explorar sensaciones: podemos sumergirnos en una narrativa que nos intriga o nos seduce y que jamás visitaríamos en la vida real, pero de la mano de una canción podemos hacerlo. Como el CEO que se relaja escuchando cumbia o la pastelera vegana que revienta parlantes con death metal.
En esta ocasión, te vengo a traer una playlist en versión Spotify y en versión YouTube, que explora el placer a través de las creaciones de diversos artistas, géneros, problemáticas y fantasías. Una lista caprichosa, porque podría ser infinitamente más amplia (pero para eso está el espacio de comentarios: ¡bienvenidas tus sugerencias!).
¿Qué vas a encontrar en la playlist más sensual del año?
Importante: esta playlist conceptual toca temas sensibles e incluye palabras y sonidos clase R. Si vas a escucharla con niñes cerca, mejor usar auriculares. Los temas evocan situaciones que pueden resultar ofensivas para algunes, pero las propongo en el espíritu de cuestionar qué es el placer, y les dejo a ustedes evaluar qué les pasa con todo esto. Sin cancelar hitazos que hoy no aguantan el análisis feminista, y sin hipocresía si es que nos provocan sensaciones sublimes. Porque como dice Lali la música “te lleva hasta el cielo, con los pies en el suelo”. Pero creo que Lali está hablando de otra cosa, no? Escuchala en “Eclipse”, el tema que abre esta playlist, seguido del ¿controversial? “Amárrame” de la chilena Mon Laferte ft. Juanes, y de “Métele”, de los puertorriqueños Buscabulla.
¿Cómo sigue? Volvemos a Buenos Aires con Paloma del Cerro para “Gozar hasta que me ausente” en donde si jugás con la metáfora aparece un camino tántrico y chamánico hacia la petit mort; y de ahí a Brasil con “Esperar pra ver” con Fatnotronic. Sube el beat con Katy Perry y su “Bon Appetit”, seguida de Dua Lipa con “Hotter than hell”. Y para cerrar esa trifecta anglo, la diosa indiscutible de Lizzo con “Juice”. Porque ¿qué dudas hay de que el placer es bien ju-gozo?
Pero ahí no se termina. La lista sigue con una vuelta de disco en “Love to love you baby” de Donna Summer en la versión más extendida y orgásmica (literal) que hayas disfrutado en tu vida y “Packin” de FHAT (fan al primer sonido de este dúo súper funky desde NY ). Sin perder el funk pasamos a chillearla con “White Gloves” del impronunciable grupo Khurangbin y “Mrs. Doubtfire” de girlboss (nada que ver con Sophia Amoruso).
Del funk al rock con LP (Laura Pergolizzi, como no amarle, si aún no te sumergiste en su discografía… whatchawaitin4!!) y su reversión de “Sex on Fire” en mashup con “No Witness” para un momento de old school sexy rock, que se continúa en tandem con “Crazy” de Aerosmith por que claramente ya estábamos en el mood y revistar los 90s ahora está de moda. A partir de este punto, yo no me responsabilizo por lo que puede pasar: “Nothing’s gonna hurt you baby” dicen los Cigarettes After Sex y esto es un “Wicked game” responde Chris Isaak con razón. Pero The Weeknd clama que (You) “Earned it”, así que sigamos adelante. Actualizamos el beat con la versión del australiano Chet Faker (no Baker, Faker) de “No Diggity”, clásico imponderable cuya temática aborda la fantasía de una noche newyorkina llena de sutilezas. Y de NY a Chicago donde Nina Simone, acodada en un piano de cola, canta “I Put A Spell On You”. Pues claro que sí señora, me declaro totalmente encantada de su voz y de este jazz blusero. ¿Hay algo más caliente que el jazz blusero? Perdónenme fans del latin trap. Jazz Blues es más hot. Con excepción quizás del tema “Je t’aime moi non plus” de Serge Gainsbourg y Jane Birkin que básicamente es una oda al orgasmo, con orgasmos reales grabados en la cinta. Tené presente que si estás con niñes en la habitación quizás quieras ponerte auriculares para escucharlo. Oh sí.
Para el cierre, telonea H.E.R. con “Wait for it” al clásico de Madonna, “Erotica”. Al final de este recorrido musical conceptual temático de 22 canciones sobre el placer te auguro un nivel de dopamina sanador y unas ganas de franela que seguramente piden urgente pista. Digamos que esa parte es “tarea para el hogar”. Por lo pronto, no te olvides de ponerle un “me gusta” así la tenés siempre a mano como inspiración para esos momentos en los que quieras conectar (alone o acompañade) con tu placer. ¿Es una lista para tener sexo? Si. Listo, lo dije.
Fuentes:
El estudio que menciono al comienzo de Anne J. Blood* y Robert J. Zatorre titulado “Intensely pleasurable responses to music correlate with activity in brain regions implicated in reward and emotion” (2001, Sep 25): https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC58814/
El segundo estudio que menciono pertenece a Laura Ferreri, Ernest Mas-Herrero, Robert J. Zatorre, Pablo Ripollés, Alba Gomez-Andres, Helena Alicart, Guillem Olivé, Josep Marco-Pallarés, Rosa M. Antonijoan, Marta Valle, Jordi Riba, y Antoni Rodriguez-Fornells, se titula “Dopamine modulates the reward experiences elicited by music” (February 26, 2019) y lo pueden leer aquí: https://www.pnas.org/content/116/9/3793
4 comentarios
Me encantó el post y ya estoy escuchando la playlist! =D
Por supuesto que esto es muy subjetivo y depende de cada quien y del mood del momento.
Mis sugerencias para agregar (a quien interese):
“Me haces tanto bien”, Amistades Peligrosas
“Entre caníbales”, Soda Stereo
“Underwater love”, Smoke City
“Breathe on me”, Britney Spears
“Feelin’ love”, Paula Cole (una vez probé un striptease con esta canción y fue un éxito)
Amooooo Grecia esa última confesión que abre todo un capítulo nuevo: el striptease. Nunca está de más hacer uno solo para una misma. ;)
Las listas de spotify de Happimess son lo mas! Buena cosa ponerle una banda sonora a nuestra vida. A veces cuando voy en el auto y coincide lo que suena con lo que siento me creo en una peli
Jajaja excelenteeee!! Qué mejor sensación Kary!!
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