Ni que fuésemos niñas escribiendo en el diario íntimo. Los stickers, los marcadores, cierto tipo de bolígrafo que nos hacía la letra linda. Las frases ilustradas a mano con letra globo. ¿Cómo olvidar nuestros diarios con candado y llave…? ¿Les cuento qué? No hay que olvidar nada. ¡Elijan su cuaderno y que comience la fiesta!
¿Qué pasa cuando intuimos algo de una forma tan visceral que ni podemos ponerle palabras? Es algo muy interno, que está ahí adentro rumiando, rumiante. A veces las voces externas entorpecen esta comunicación. Son amigos o gente querida, pero nos alejan de esto que nos dicen las tripas y que no podemos ni explicar.
De pronto, nos encontramos justificándonos ante otros por nuestro sentir más profundo, por nuestras elecciones, nuestras dificultades. ¿Por qué tendría que seguir verbalizando con otros las posibles razones por las cuales no termino de renunciar a mi trabajo asfixiante? ¿O las dificultades para cortar ese vínculo que hace rato no va mas y no termino de soltar?
En todos estos años de recibir opiniones, algunas pedidas, otras no, entendí que a veces hay que escuchar menos el afuera y conectar con la voz interior. Que los amigos, socios, parejas y colegas de trabajo tienen sus propias vidas, visiones, experiencias previas y que si bien pueden ayudarnos a ver las cosas desde otro ángulo, calibran en otras frecuencias.
En el fondo, nadie puede vivir nuestras vivencias como nosotros, aunque suene redundante y obvio. Nuestra propia intuición es ulterior, sutil, tan profunda, interna y propia como un órgano del cuerpo. Nadie tiene nuestro hígado, ni nuestro intestino, ni nuestro páncreas. Por algo le dicen “trust your gut” (confiá en tus tripas) al hábito de aprender a escuchar a la intuición. Escuchemos las opiniones, valoraciones y consejos ajenos entendiendo que el otro está sentado en otra silla. Algo nos puede servir, algo nos puede hacer ruido. Y eso está genial.
Challenge en 3, 2, 1:
Las invito a hacer un desafío semanal, un detox de opiniones ajenas, de jueves a jueves, comenzando hoy: ¿Qué pasa si esta semana me ahorro las conversaciones de todos esos temas que no logro resolver pero presiento muy claramente, y me reservo esa necesidad de hablar para “pelotearlos” conmigo misma?
Desafío semanal: en vez de recurrir a los demás como moduladores de mi sonido interno, me tomo la tarea de sintonizarme a mi misma.
Ustedes se preguntarán de qué hablo entonces con los demás. Podrán tener abstinencia, como yo, que adoro las conversaciones existencialistas. Bueno, hay mil temas: libros, series, consumos, el pasado, lo que vendrá. Se puede no conversar y hacer deporte, escuchar música, leer. Todo otro intercambio verbal está permitido. Es como cuando hacés un detox y como no podés salir a comer con amigas, les proponés salir a correr, que te acompañen a ver unas pilchas para un evento. Encontrá tu manera de correrte del lugar de “necesito asistencia” para encontrarte primero con tu asistente interna. Son unos días, ya volverán las mesas redondas.
Para no pasarnos de mirar hacia adentro, balbucear internamente sin parar e intoxicarnos de pensamientos, te invito a sentarte y escribir.
Hablamos seguido en este blog, querida Tribu, de las bondades de journaling, el hábito diario de escribir para uno mismo, pues es una herramienta muy eficiente para evidenciar todo eso que nos pasa por las tripas, deconstruirlo, reconstruirlo, mirarlo desde otro ángulo, observarlo con toda la distancia posible, si es que eso es posible.
Pero… ¿De qué escribo?
Hay mil tipos de journaling y la verdad es que es algo que NO deberíamos sentirnos presionados a hacer, pero que a su vez forma parte de procesos de sanación, evolutivos y crecimiento interno que no queremos dejar de lado porque son accesibles y eficientes. Es como la respiración profunda de las técnicas de respiración y Pranayama: es re fácil pero si la forzamos no sucede. Sería genial hacernos un espacio en el día para cultivar este hábito. Quizás hasta descubrimos que nos copa, nos ordena, fortalece nuestro vínculo con la intuición, nos redescubre escritoras… ¿blog dijiste? Pues claro, mientras lo adoptes como diario íntimo y no corras a hacerle un funnel y una campaña. Lo cierto es que escribir a mano sobre papel tiene una magia especial: es la forma de darle lugar a las tripas antes que a la mente, de convocar al cuerpo. ¿Te cansa escribir a mano? Es cansancio del bueno, no huyas.
El journaling nos brinda orden, claridad, es un vehículo excelente para sacar afuera lo que está enquistado adentro, alimenta nuestro diálogo interno y nos ayuda a organizar mejor nuestras ideas y emociones. Por eso pensé algunos consejos para que nuestro espacio de “páginas matutinas”, sea más eficiente.
Journaling en 3 tips:
- Definí un horario concreto: si bien se lo conoce en español como “páginas matutinas”, se trata de que elijas un momento donde la cabeza esté fresca, no haya interrupciones y puedas mantener la actividad, el tiempo que la puedas sostener. 10 minutos, 20 minutos, la idea es no arrancar con grandes pretensiones, para poder ser constante.
- Elegir un soporte físico: más allá de la huella de carbono que genera el objeto de papel y de mi adoración evidente por los cuadernos, ya sabés porqué encuentro mucho más efectiva la escritura de puño y letra que la digital. Podemos garabatear, volver a ilustrar títulos con letras globo, resaltar, pegar envases de chocolate o entradas a un recital como antaño y todas esas magias que las pantallas no permiten. Esas hojas no se pierden cuando se borra un disco rígido, si somos buenas conservando objetos, pueden acompañarnos décadas.
- Escribir sin privación: lo que fuere, sin vergüenza, sin miedo, dejar correr los pensamientos sin censura, abrazar el sinsentido. Algunos días traerán mucho caudal de escritura, otros menos. Algunos días se escribe en casa, otros en la plaza, otros se elige un lugar específico, en vacaciones, con linda vista o buen café, para que el diálogo interno se mezcle con los sonidos ambiente.
- Buscar inspiración: Fuera de casa, con actividades de escritura libre, talleres o con el nuevo cuadernillo de nuestra amiga de la casa May Groppo.
No es por presumir, pero justamente Monoblock, es la cuna de los cuadernos para escribir, pueden elegir el formato que fuere e incluso publicamos hace poco más de un mes Somos Universos el cuadernillo de journaling guiado de May Groppo.
No imagino poder diseñar nuestra vida sin momentos de pausa y exploración.
may groppo
May propone un cuaderno de actividades para alimentar ese espacio de expresión donde las ideas se describen con pluma, porque según sus propias palabras, “a veces lo guiado nos corre del relato interno de siempre”.
Atenti:
¿Qué pasa si en vez de liberar quedo enredada en un loop de pensamientos repetitivos? Pues quizás es momento de tomar una pausa, salir a caminar o bien experimentar una serie de formatos de escritura que sean bien distintos a lo que venimos haciendo:
- Cambiar de cuaderno
- Moverme físicamente del espacio usual
- Elegir otro momento del día
- Escribir una pieza que sí sea para otros
- Cambiar de formato de escritura: escribir una carta, un poema, una declaración.
- Intervenir con soportes gráficos: ilustrar, hacer una infografía, un cuadro sinóptico, un diagrama de Venn.
Verán que todo es posible a la hora de reconectarnos con nosotros mismos, que cada quien debe encontrar su forma y que está genial tener pares con quienes compartir lo que nos pasa, pero si no ejercitamos el diálogo propio y no aprendemos a escucharnos, la vida se vuelve un hecho disociado, donde no podemos tomar acción ni decisiones de aquellas cosas que nos van pasando.