Dejarle un espacio libre al asombro, soltar expectativas, ceder el joystick del control… Esta semana nos anticipamos sin cerrarnos a ver cuánto nos dejamos sorprender por la vida.
Ilustración Natalia Fernandez
Resulta que todos los años escribo listas de proyecciones, deseos y objetivos para el año que arranca. Armo categorías varias que van cambiando de nombre asegún el año y mi interés. No los sigo a rajatabla, no me obsesiono si las cosas no salen como espero. Por ejemplo: mi lista 2020 quedó totalmente sesgada por la pandemia y la fui acomodando a la realidad y gracias a eso fui encontrando el verdadero sentido de todos los proyectos que encaré en 2021 y que se están desenvolviendo ahora.
La lista o board es una herramienta para mejorar la vida y darle un marco, no debería generar frustración. Es un formato flexible, que puede tener el soporte que mejor manejemos. Puede ser una lista como la que hago yo, pero también puede ser visual. Un collage digital, o físico un conglomerado de imágenes aisladas o integradas. Puede ser ilustrada si son de lápiz fácil. Puede ser una caja con objetos e imágenes que inspiren viajes, proyectos, deseos futuros. Como un box aspiracional de mí misma. Puede ser todo esto mismo en un cuaderno analógico como los que hacemos en Monoblock, o puede existir en la nube. Pinterest es la pachamama del board hace más de una décadas, pero también existen múltiples apps de productividad como Miro, Click Up o Notion.
Volviendo a las listas escritas: les comparto un truco que uso mucho cuando escribo mis intenciones o deseos para el año que arranca: no me atoro de proyectos y actividades, siempre me dejo un espacio libre para lo imprevisto.
La sorpresa, la intriga, la posibilidad de que la vida te doble la apuesta, sólo se habilitan cuando hacemos espacio. Si no, se sigue llenando de lo conocido.
Si intento controlar todo lo que vendrá, que es muy ingenuo porque creer que podemos domesticar al futuro es tan ingenuo como querer domesticar a una raya: ¿cómo voy a estar abierta a lo nuevo?
¿Cómo va a surgir una propuesta de laburo mejor de lo que me la imagino si ya estipulé que mi techo es tal? ¿Cómo voy a terminar en un viaje que ni pensaba si ya le puse fecha, alojamiento, circuito y destinos a mi próxima escapada? La sorpresa, la intriga, la idea de que la vida te doble la apuesta (positivamente, plis), sólo se habilitan cuando hacemos espacio. De otra forma se sigue llenando de lo conocido.
“Soñar con lo que viene aunque no sepas bien qué es.
Mientras tanto, esta semana sumamos a María Belén Aranda, integrante y colaboradora de la tribu que nos acerca su visión personal acerca de eso que buscamos intencionar, aunque no sabemos bien cómo será. Una lista de objetivos pegados en un corcho, un hiato de 2 años demoledores que nos dejó a todos patas para arriba y una necesidad de patear el tablero (o board) y repensar lo que viene a partir de las posibilidades presentes.
Diseñar el futuro:
Desde que tengo uso de razón escucho hablar sobre el futuro. Tantos ecos de
conversaciones entre mis recuerdos que fueron formando todos aquellos mandatos que intento desarmar a medida que voy creciendo. Que el futuro es un pedazo de tiempo que está por venir y será mejor que el tiempo que vivimos hoy. Que tengo que elegir una carrera, que me guste pero por sobre todo que me dé plata para ahorrar y comprarme cosas que voy a desear porque el futuro va a necesitar que trabaje mucho por él.
“El futuro es un vaivén constante entre el entusiasmo de crear y la incertidumbre de no saber lo que vendrá.”
Todavía no llegó, pero aparentemente el futuro ya dejó su lista de pedidos al lado de mi partida de nacimiento. Si me preguntan a mí, el futuro es un vaivén constante entre el entusiasmo de crear y la incertidumbre de no saber lo que vendrá. Hay algo por construir a partir del deseo y a la vez es un boceto. Podemos programar, armar un plan, pero… ¿qué sucede cuando el universo tiene otros planes?
¿Qué sucede cuando el universo tiene otros planes?
Es una pregunta que me carcome la cabeza sobre todo después del plot twist 2020, un interrogante para el cual todavía estoy ensayando diversas respuestas. Creo que a nivel personal y colectivo, los últimos dos años pusieron a prueba cada fibra de nuestro cuerpo y ni hablar de nuestra mente. Hablo con amigues y siento esa mezcla en el aire de querer volver a una normalidad que ya no existe y a la vez el deseo de proyectar un futuro distinto con lo que somos hoy. Se me viene a la cabeza el poema de Rupi Kaur:
“Déjalo ir
deja que suceda
igual nada en este mundo
te había sido prometido
o te perteneció alguna vez”
Me acuesto sobre el mat de yoga buscando respirar profundo. Me estiro un par de veces. Me surgen otras preguntas: ¿Cómo diseñar el futuro después de semejante giro del destino? ¿Cómo enfrentar la incertidumbre de un mundo que cada día parece enloquecer un poco más?
Miro la lista de objetivos prolijamente armada sobre el corcho de mi oficina. Siento que le falta algo. Tiene metas concretas, algunas más ambiciosas que otras. Las armé mientras leía “Hábitos atómicos” de James Clear, y debajo de todos los objetivos pegué un cartel con mi frase preferida del autor: “Cada acción que realizas es un punto a favor del tipo de persona en la que deseas convertirte ”. La releo y aparece la inevitable pregunta… ¿Qué tipo de persona quiero ser?
“Cada acción que realizas es un punto a favor del tipo de persona en la que deseas convertirte.”
james clear
En el brazo izquierdo tengo tatuada la palabra “Gracias”. Mis alumnxs suelen preguntarme qué significa, y yo siempre contesto lo mismo: “es para recordarme a mí misma que me pasan cosas buenas”. Me lo tatué como un antídoto contra mi ansiedad, esa sensación de siempre estar queriendo más, de tener que correr para llegar no sé bien adonde. También lo hice pensando en aquellas cosas que fueron obstáculos en el pasado pero que finalmente me hicieron ser lo que soy hoy. Y por supuesto, también lo hice por el futuro.
Suena casi contradictorio y tal vez un poco lo sea, pero es que ante la incertidumbre de esa línea temporal que aún no llegó, también existen esos otros momentos que me van guiando como pequeñas pero luminosas luciérnagas en medio de la oscuridad. Mi mejor amiga, mi hermana del alma, por ejemplo, va a ser mamá. Nos conocemos desde que nacimos y sin embargo, creo que nunca lloré tanto de emoción como el día que vi la primera ecografía de mi futuro sobrinx. Tardé unos días en entender ese llanto desconsolado de alegría, pero creo que al fin pude verlo.
“Después de tanta revolución pandémica, diseñar el futuro para mí es poder elegir quién quiero ser y darme permiso para revisar esa elección tantas veces como sea necesario.”
A mi lista de objetivos le faltaba algo. Porque tener horizontes concretos es una práctica que quiero mantener, pero sobre todo, quiero revisar si lo que estoy haciendo está alineado con la persona que quiero ser. Hay una versión mía hiper-productiva que me llevó a cumplir muchos sueños, pero que hoy me ahogaría con sus exigencias.
Así que la despido con amor, para darle paso a una versión mía más liviana, que prefiere trabajar algunas horas menos para poder poner los pies más seguido sobre el pasto, que entiende que el arte es tan importante como responder a las eternas exigencias de la vida adulta. Una versión mía que se da el tiempo para llorar de emoción y para bajarse del mundo cuando el cuerpo dice basta.
“El futuro se diseña con los pies echando raíces en el presente.”
Después de tanta revolución pandémica, diseñar el futuro para mí es poder elegir quién quiero ser y darme permiso para revisar esa elección tantas veces como sea necesario. Quiero crecer laboralmente, aprender otros idiomas, sacar al fin el registro de conducir y volver a viajar, pero sobre todo quiero abrazar la enorme transformación que me (nos) trajo el huracán de los últimos tiempos.
Tengo miles de miedos y mandatos pegados en la piel todavía pero hoy estoy segura de que el futuro se diseña con los pies echando raíces en el presente. Un presente que mezcla el desafío de ser mujer y la lucha por volver a abrazar a la madre naturaleza, la belleza de la nueva vida que llega y la encrucijada de construir formas más humanas de relacionarnos.
Diseñar el futuro también es prometerme a mí misma no dejar de tomarme todos los días un pequeño instante para apreciar lo luminoso de este hermoso quilombo que es la vida. Te invito entonces a poner tu canción favorita (la mía hoy es “Magia”, del inolvidable y eterno Cerati) y a mover el cuerpo. Bailemos al ritmo de lo que es. Hagamos de este mundo el lienzo de nuestros milagros cotidianos. Diseñemos el futuro con más amor.
María Belén Aranda