¿Alguna vez hiciste un ritual para despedir el año? Te contamos por qué tiene sentido hacerlo y te proponemos uno que nunca hiciste antes.
¿Cuál es el sentido de hacer un “ritual de fin de año”? ¿Es pura moda o tiene un valor real? La palabra “ritual” invoca algo místico, pero lo cierto es que los rituales no necesitan tener elementos comúnmente asociados a la magia o a la religión para ser significativos. Sin ir más lejos, brindar a la medianoche, encender velas o fuegos artificiales, reunirse alrededor de una mesa, son todos elementos rituales que hacemos año a año sin cuestionarnos demasiado.
Los rituales son herramientas culturales poderosas que transmiten en gestos nuestros valores y lo que pensamos del mundo; nos permiten sacar a la luz sentimientos por vías que prescinden de la palabra e involucran el cuerpo. A veces, un ritual tiene más fuerza que un mes de terapia.
Si sentís que querés hacerte más consciente de toda la emoción que movilizás en estas fechas con un ritual íntimo y personal, tenemos una idea para compartirte. Y obvio, si al final de la lectura no te motiva, te proponemos que hagas solamente el balance de fin de año que te propone tu agenda Happimess. Si no la tenés, lo encontrás también aquí.
El Ritual de la Chamana
En la antigüedad era propio de varias culturas (como por ejemplo la Maya o la Azteca) que los gobernantes (reyes) personificaran a seres sobrenaturales (dioses) para recibir de ellos sus atributos de poder. En este ritual vamos a buscar esa misma sensación: llevar al cuerpo la emoción de contar con los súper poderes de nuestro Olimpo personal.
Paso 1: Elegir qué poderes queremos invocar
Con una hoja en blanco y lápiz, acomodate en un rincón donde estés tranqui y nadie te moleste por un rato. Cerrá los ojos, respirá profundo hasta que sientas calma y tu mente esté enfocada en las sensaciones del presente. Para encontrar ese “silencio” de la mente o ese punto en el que permanece en el “ahora” y no está preocupada por ayer o mañana, podés enfocarte en las sensaciones físicas que registra en ese preciso momento cada parte de tu cuerpo, especialmente tu piel. Quedate en ese lugar un ratito.
Cuando sientas que es el momento, habilitá la pregunta: ¿Cómo me quiero sentir en los próximos meses? ¿Qué nombre tienen esas emociones? Cuando aparezcan las palabras anotalas en la hoja. Registrá todas las que aparezcan, y cuando sientas que no hay nada más relevante para agregar, agradecete la sinceridad y abandoná la posición.
Paso 2: Armar el panteón
Volvé a tu hoja (cuando lo sientas, no tiene que ser a continuación) y fijate lo que anotaste. ¿Algo te hace ruido? Dejá que te hable tu panza. Sí, como escuchás: mirá cada palabra y fijate si escuchás internamente un “si, a-há” o un “no, nu-hú”. Con tu lista depurada, es momento de armarte un dreamteam de personas, personajes, animales, canciones y lugares que matchean con esas palabras. ¿Qué símbolo podés encontrar para cada emoción que con solo pensar en él te traiga claridad sobre ese sentimiento? Anotalas.
Paso 3: Crear tu mística
Este paso es el más divertido: se trata de crear tu propia fórmula ritualística para usar esos símbolos que elegiste cómo disparadores para conectar con esas emociones. Quizás es una canción que va estar en tu Spotify en una lista especial. Quizás es un objeto, o frase, o postura física (pose) que, cuando la uses, te va a ayudar a personificar al personaje que simboliza ese súper poder que querés reclamar para vos. Quizás es un lugar al que vas a poder ir, real o metafóricamente cuando necesites recargarte de esa emoción. Armate tu plan, fijate cómo dialogan esos elementos. Si te cuesta imaginarte cómo sería esto, pensá en los rituales chamánicos. Va por ahí.
Paso 4: La performance
Este paso lo podés hacer durante el año todas las veces que lo necesites, sola frente a un espejo, en la ducha, antes de una reunión importante, caminando por calle. Una vez que tenés acuñados tus recursos simbólicos, vas a ir encontrando la forma de aplicarlos, como una cajita de herramientas siempre disponible. A veces, solo vas a poder tener una imagen mental y cambiar tu postura. A veces, será crucial a la hora de elegir qué ropa te ponés para ir ese día a la oficina o con qué palabras cerrar un email. No hace falta que la performance sea para alquilar balcones, aunque quizás existe esa ocasión en que necesitás que sea ruidosa y contundente.
Lo poderoso de este ritual es que es a tu exacta medida. Y no se trata con arrojar un deseo al Universo, o de quemar los errores y no mirar atrás. Se trata de encontrar llaves para llevar al cuerpo las emociones que querés vivir, de la misma manera en que las chamanas (y las buenas actrices) hacen para traer personajes y momentos memorables a la vida.
Si necesitás hacer un balance del año que pasó, te recordamos que tu agenda Happimess tiene preguntas al final de cada año para que puedas completar. Y si no tenés la agenda, también podés encontrarlas en esta nota.