La amistad como fuente de recursos renovables:

En la semana del amigo y en el mes de la diferencia, abrazamos a las distintas amistades, celebrando a cada una con sus particularidades, sus magias y sus momentos sagrados.

Nunca no tengo tiempo para la amistad. Como buena sagitariana, la amistad me sostiene y donde sea que viva, cultivo mis distintos grupos de amigos. Sostengo los espacios de amistad, dedico tiempo, pensamientos y acciones para sostener estos lazos. Siempre digo que soy laburadora de la amistad, porque si sos mi amiga, puede pasar que te mande un mensaje a las 7:30 am para pasarte la data del médico chino que queda por tu barrio y te va a ayudar con tus problemas de ciático.

Desde siempre me costó entender a las mujeres que no pueden entretejer amistades con personas de su mismo sexo. ¿Cuál es el problema? ¿Cómo viven? ¿A quién les cuentan las cosas? ¿Y si no tienen hermanas, dónde queda el rol de los pares? Me hice y hago todas estas preguntas, porque sin mis grupos de sostén, no sé cómo haría en momentos de adversidad.

Los hijos crecen y están bajo nuestro mando, los padres se ponen grandes y hay que cuidarlos, los hermanos pueden ser afines, es cierto, pero siempre hay zonas de conflicto, las parejas van y vienen. Ah, pero los amigos…

¿Qué características buscás en una amistad?

Nos preguntamos mucho (o deberíamos hacerlo) acerca de lo que buscamos de una relación sexo-afectiva. El tipo de relación que fuere. Teorizamos una barbaridad sobre esto, seguimos a especialistas en el tema, escuchamos podcasts, nos pasamos décadas de relaciones mejorando la fórmula y buscando el formato que mejor encaja en cada momento. Hay montones de nomenclaturas para los distintos tipos de relaciones según el grado de formalidad, el tipo de elección sexual, la apertura o no del vínculo a otras personas, etc.

Pero no hacemos lo mismo con la amistad. Sería genial poder preguntarnos qué buscamos, aunque sabemos que hay distintos tipos y que todas estas aristas integran variantes de nuestra personalidad, estilo de vida y mundo emocional. Más allá del grado de antigüedad y profundidad del vínculo, pienso que ninguna amistad cubre todas las necesidades y que no hay nada más rico que tener un buen surtido de amigos.

Dicho esto, confeccioné las siguientes categorías de amigas:

Con las amigas del trabajo y de estudios, muchas veces compartimos más horas-hombre que con cualquier persona, porque son las compañeras de nuestra diaria. Nuestras vidas pueden ser muy distintas, pero nos une un espacio-tiempo muy específico.
Están las amigas del movimiento: yoga, hockey, gimnasio, running, danza, fútbol, con las que compartimos clases, deportes, entrenamientos, salidas a correr, terceros tiempos, las frustración de una lesión y quién te dice viajes de gira deportiva, workshops y maratones.
Con las amigas de la infancia compartimos recuerdos, una hermandad que no es de sangre y esa capacidad de lectura de la otra que trasciende hacia donde haya ido cada una en la vida.
Tengo amigas de la 5D, con las que puedo hablar de esotericidades varias que espantarían a muchas de las otras categorías, pero comparto lecturas de tarot, terapias polémicas y “procesos de sanación” de lo más curiosos. Nuestro lema es: si te hace bien, no se cuestiona.
Las amigas con hijos, no son amigas porque tienen hijos, si no que tener hijos nos ha acercado. Podemos integrar a las criaturas a nuestros programas, aunque les hagamos creer que hacemos los programas para ellos.
Las amigas más jóvenes, me invitan a lanzarme a cosas que me costarían un montón, no hablo de ir a la Bresh precisamente, si no más bien de meterme con 10 grados en Julio a surfear, animarme a mares de olas más grandes y asombrarme con la libertad con la que viven sin ciertos mandatos que torturan a mi generación. Mis millennials saben que no me quiero subir a su tren, si no compartir ciertas cosas que con mucha gente de mi edad jamás podría.
Están las contraculturales, con las que hablo de las cosas tan de avanzada que aún no pasaron y vuelvo a mi casa totalmente enriquecida, con una batería de conversaciones existencialistas y de recursos para investigar. Vik querida, sos parte de este grupazo inspirador!
Y finalmente están las conversamigas con las que suceden las charlas más profundas, esas que van a la médula. Conversaciones para las que nos hacemos espacio especial, las que nos permiten abrirnos a contar o más profundo, las fisuras personales, las sombras, los miedos, las cagadas, porque esas amigas son la mejor escucha y nunca juzgan. Pueden deslizar un comentario sutil, dar su opinión, pero siempre nos van a seguir bancando.

¿Qué es una buena amistad?

Jane Fonda y Lily Tomlin, leyendas del cine norteamericano y grandes amigas de muchas décadas se unieron para esta charla Ted por fuera de la estructura usual. El tema: ¿Cómo sostienen su vínculo luego de tantos años de amistad?

En la charla comentan un estudio de Hardvard donde descubrieron que las mujeres que sostienen amistades cercanas con otras mujeres, tienen menos problemas de salud a medida que envejecen. Aclaran: no cultivar amistades profundas es tan nocivo para la salud como fumar y beber alcohol. El estudio destaca que las mujeres necesitamos de la oxitocina para vivir felizmente, hormona que también es liberada cuando suceden estos vínculos. ¿Quién hubiese dicho que un buen grupo de amigas o que una noche de tinto y charla con tu bestie podían ser antiage?

“Tengo a mis amigas; ergo existo.”
jane fonda

Cuestión que Fonda declara que las amistades que liberan oxitocina se sienten espirituales porque son profundas, se comparten lágrimas, inspiran, conmueven, vulnerabilizan… Basta, no puedo tipear porque se me pianta un lagrimón.

“La amistad entre mujeres es como una fuente renovable de energía. Con ese poder podemos cambiar el mundo. ¿Y adivinen qué? Debemos cambiar el mundo.”
jane fonda

En Anything goes, el podcast de Emma Chamberlain, sugiere algo maravilloso: elegí amigas que tengan mejores cualidades que vos, que sean mejores personas que vos, así ellas te empujan a ser mejor persona.