Escribe Tofu
Cuando no te podés recuperar de un viaje y tu mente siempre vuelve hacia esa memoria, ¿hace falta realmente aterrizar o mejor voy planeando el regreso? Pensamientos sagitarianos para embellecer una vida que sin viajes, pierde brillo.
Escribe Tofu
Si de checks se trata este viaje, se trata de algunos que atesoraré por siempre en mi corazón. Quizás otra persona desarrolle una gran guía de centros de meditación o recorra la ruta del vino del Sonoma Valley Pero yo no. No programé demasiado antes de llegar, tenía una idea vaga de lo que quería conocer y me fui entregando al proceso e improvisando a medida que pasaban los días y conectaba con lo que me daba curiosidad.
Viajar distinto, consumir de otra forma:
Este viaje hice un quiebre muy grande en mis consumos: le dije no rotundo al fast fashion, de hecho sólo entré a un mall para comprar regalos. No pasé por Zara, H&M, nada. Mis consumos fueron técnicos y mayormente de vida al aire libre y material de estudio de yoga respondiendo a mi necesidad actual.
¿Qué me hace falta para esta vida nueva frente al mar? Una carpa playera ultraliviana, trajes de surf de invierno y verano (yulex sí, sintéticos no), guantes de noeprene, pitas, quillas y parafinas para mis tablas, toallas, termos y viandas térmicas para picnic. Y las cosas bellas y coqueterías fueron adquiridas en tiendas de autor, de esas llenas de productos de mezclados que conforman un universo propio, cuasi artesanal y con sentido.
Venice, Santa Monica y Malibu:
Un día en Venice podía empezar surfeando en Manhattan Beach, luego almuerzo en algún alley perdido que bien conocen mis hosts en Santa mónica, pasar por REI, el emporio de la vida outdoors, apara adquirir básicos para mis aventuras de mundo camping y terminar en una muestra de arte en downtown LA.
Entre los checks logrados en este tramo, me vi pedaleando hacia el mercado orgánico un domingo de sol, comprando hongos orgánicos para cocinar, paseé por los puentes del Venice Canal Historic District, nunca me privaba de mi snobísimo frozen matcha latte en Menotti´s, el café de especialidad del barrio, hacer las compras de almacén en Rainbow Acres, un Whole Foods más honesto y jipón, donde me podía pasar la mañana entera entre góndolas de super-alimentos y skin care biológico.
Algunos hitos: meterme al agua con una familia de delfines ahí nomás, surfear en Malibu, aunque se montan tantas personas por ola que por primera vez tuve más miedo de la humanidad que del mar.
También en mood más turísico, valía mucho pasear por Abbot Kinney, la calle de las marcas y tiendillas que tú y yo sabemos apreciar. Comprar, al menos con la vista, los vestidos delicadísimos de Christy Dawn, los gummy bears de cbd oil en Med Men, elegir una nueva quilla para mi longboard en la tienda de Mollusk y cerrar el día rescatando algún tiradito de atún u otras opciones absurdamente deliciosas del sector de take away de Erewhon, el Whole Foods californiano.
La verdad es que no tenía ni mínimo de ganas de pisar el downtown, ni ver las calles comerciales, ni Rodeo nada. No quise perder tiempo en urbe. Era un viaje para otra cosa. Listo, lo dije! Fue un viaje para quedarme siempre lo más cerca del agua posible. Pero me tomé un día, medio obligada para conocer The Broad, la colección de arte contemporáneo de Eli y Edythe Broad y visitar Silver Lake, un barrio bohemio que en los últimos 15 años se volvió una especie de Soho de los Costa Oeste y es hogar de una linda escena de artistas, diseñadores, músicos, casas recicladas divinamente, tiendas bellas y gastronomía afín. Muy rico todo, pero: qué lejos del mar, chicos! Volví rápidamente a Venice en busca de la costa.
El highlight melómano: ver en vivo a Helado negro, con la invitación especial del mismísimo Devendra Banhart.
Un viaje adentro de un viaje:
Desde Los Angeles, dos escapadas de pocos días (costa hacia el Norte y costa hacia el Sur).
De LA a San Diego en 48hs:
Este viaje combinó un viajecito de amigas a lo Thelma y Louise hacia el sur, la costa surfera desde Los Angeles hacia San Diego. San Clemente, San Onofre, Encinitas, Del mar, La Jolla, pueblito a pueblito. Surfing, matchas ruteros, que nunca falten mil snacks en el auto, conversaciones riquísimas que no sucederían en otro medio, tiendas que sólo los californianos saben curar tan bien, atardeceres con tintillo frente al mar y 24hs inesperadas en Palm Springs.
album surf, san clemente galpón de usados, san clemente fin de tarde en del mar Self-Realization Fellowship Encinitas Temple. yogananda y mar, ¿Que mas? tienda patagonia en Cardiff surfing señorial en del mar la jolla cove harry´s coffee shop, la jolla
En esta rutas, cuna del buen surfing californiano y sede de gran caudal de points de este estado, nos orientamos más hacia el surfing señorial, es decir, olas pequeñas tablas grandes, clima ameno, ritmo plácido sin exigencias. Más tauro, menos capri.
24 hs en Palm Springs (en pleno verano, ouch!):
Llegar del mar al desierto, con las tablas en el techo, rezar que no se derritan sobre el rodado. Recorrer anticuarios de morirse que aún atesoran objetos de los 50´s y 60´s, estética spage age y tiki style. Maravillarnos con la arquitectura modernista, que todavía se mantiene impecable en esta ciudad de maqueta y sensación térmica absurda.
Hablamos de temperaturas tan picantes que en la terraza de Azúcar, el restó donde comimos por la noche, nos rociaban con agua cual planta de interior para no deshidratarnos.
vaso tiki, derecho a casa tofu obnubilada ante su primer richard neutra anticuarios para dejarlo todo la casa de elvis chapeando en la pile del Ace el ace hotel OBNUBILADA RETRATANDO EL MINUTO A MINUTO DE TAMAÑA PERFECCION ARQUITECTONICA
Un hallazgo fue parar en el Ace de Palm Springs, una joya de la arquitectura mid-century, rescatada muy inteligentemente por esta cadena. Aires quirky y funcionamiento eficiente, nos hizo el día con su piscina y alrededores, aunque de noche abundaban las personas que pedían pary a gritos (literal) y nosotras ejemmm, preferíamos descansar.
Lo que faltó: Claramente quedaron por fuera los toures por el desierto, Joshua Tree National Park y demás paseos que no son para las temperaturas altísimas del verano. Programas por la zona que son imprescindibles cuando la visita se hace durante el invierno gringo.
Big Sur y Highway 1:
Viajar hacia el norte, en busca de los acantilados y la mística espiritual y literaria de Big Sur. Glamping, yoguita al borde del arroyo, acantilados más altos de lo que jamas vi. Perderme en esos paisajes, rodar videclips en esas rutas, soñar con volver sin haberme ido.
Recorrer toda la costa hacia San Francisco hasta Big Sur es un viaje que hice en dos tramos, parando en todos los pueblitos cerca de Malibú, hasta que turbiné y decidí que no paraba hasta Santa Barbara. Antes de entrar a la ciudad está el pueblillo/barrio de Carpintería, una especie de San Isidro con tienditas y restaurantes hermosos. La primera noche paré en Cambria, un pueblito muy simpático y poco notable, pero bastante cerca de inicio de la ruta de montaña.
Atenti al cartel de Ragged Point, el último pueblito donde cargar nafta antes de Big Sur. No hagan como yo que colgué al regreso y llegué a Santa Bárbara de casualidad bajando la montaña con el auto en punto muerto. 🧟♀️
Los clásicos de Big Sur son pocos y conocidos por todos. Hay dos opciones: recorrer todo en un par de días y seguir de largo por la 1 o buscar un alojamiento afín al bosque y el lago y quedarla unos cuantos días leyendo, dormitando bajo un árbol, recorriendo alguno de los tantos trails que ofrecen sus parques nacionales.
AMANECER EN CAMBRIA LA ARDILLA ZAZEN, CAMBRIA PARAS EN CUALQUIER BANQUINA Y ESTO FOTOS QUE ME SACAN EXTRAÑOS gente que vive de glamping 24/7 fernwood campground FERNWOOD CAMPGROUND PARTINGTON COVE BIBLIOTECA HENRY MILLER Pfeiffer Beach EL RESTAURANT DEL CAMPING, SOBRE la copa de LOS ARBOLES, lit EL CAMP POR LA NOCHE, la magia de lo simple BAKERY PARA QUE NO FALTE LA MASA MADRE, SANTA BARBARA
Top 5:
–Esalen: Legendario centro de meditación y prácticas holísticas, donde hay que bookear con tiempo cursos, masajes o visitar por la noche sus famosas termas. ¿Recuerdan a Don Draper iluminado sobre el acantilado en la escena final de Mad Men? Es por ahí…
–Nepenthe: restaurant, café y tienda. Gran vista panorámica.
–Big Sur Bakery: comidas deliciosas y simples sobre la ruta. No dejar de visitar la tienda contigua Mother, buena curaduría de regalos locales con buen diseño.
–Henry Miller Memorial Library: Un espacio bello con mucha mística. Eventos, lecturas, recitales, un lugar donde simplemente la gente se junta a conversar. Comprad un libro de Rumi y leedlo bajo un pino. De tanto en tanto tocan buenas bandas en el jardín, les deseo suerte con eso. Yo me perdí a Mac Miller.
–Conducir: eso, nomás. Si no hay vértigo ni mucho tráfico, esas rutas panorámicas te teletransportan a un videoclip de música folk.
“California es increíble, hasta en el lugar más recóndito, soplás el agua y siempre hay un loco en el mar agarrando la onda.”
La ruta de los objetos:
Será por mi pasado de diseñadora gráfica, pero me vuelvo loca cuando veo productos y packagings de alta calidad. Es como un layer especial que manejo en este tipo de viajes, donde me paso ratos entre almacenes gourmet, de diseño, concept stores o simplementes gift shops. Y como no puedo transportar todo, lo registro.
Porque hay que citar la fuente, gran parte de estos tips totalmente insider, fueron generosamente ofrecidos por mi host Clarita Correa, AKA @dept.of.alingment y su familia. Sin ellos que me alojaron y me guiaron tan amorosamente, hubiese tenido una experiencia completamente distinta.
Moraleja: Los viajes también los hacen las personas con las que los compartimos. Elijan bien a sus compañeros de aventuras. Piérdanse los musts de Trip advisor e inventen los propios.
1 comentario
Gracias Tofu!! Me encantó voy para California en febrero/marzo y no tenía ni idea de que hacer. Me encantó el tipo de viaje que hiciste, más suave, disfrutable y fuera del sendero más turístico. Guardadisima toda la data
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