Reconocer lo que tenemos es la base de la abundancia, y lo primero que tenemos (excepto algunas excepciones) es una pequeña comunidad a la cuál pertenecemos: familia de sangre o de la vida, en la cuál nos insertamos como un regalo divino. Somos, de nacimiento, un símbolo de abundancia en la vida de las personas que nos reciben. Al crecer vamos ampliando nuestra “familia” con amigos, maestros, compañeros… formando una tribu de fronteras difusas, permeables, que con la era digital se agigantó hasta traspasar fronteras, siendo posible incluso sentirse “parte de” sin un “cara a cara”.
Y con la proliferación de comunidades digitales posibles toma impulso una distinción entre tener/pertenecer y “no, pero desearlo”, donde se juega la diferencia entre vivir en la abundancia o en la escasez. Aspirar a estar a donde aún no estamos, sin reconocer lo que ya tenemos, puede ser una trampa agotadora. Nos deja sin chicha ni limonada. Por eso, es tan importante reconocer lo mucho que ya tenemos, en el camino a ampliar nuestros horizontes.
Aflojando el músculo
¿Alguna vez te sentiste triste por “todo lo que te falta”? No te angusties porque nos pasa a todos. Desde “todo lo que me falta para comprar una casa” hasta ” todo lo que me falta estudiar para este examen”, pasando por todos esos “que me faltan” para verme como tal o cuál @tesigoeninstagram… estamos en proceso de deconstrucción pero siempre nos falta algo, ¡hasta para deconstruirnos! Somos buenxs para detectar lo que no tenemos y postergar felicidad. Pero, ¿podemos ejercitar nuestro músculo de la abundancia y empezar a vernos llenas así como estamos hoy?
Respirá aliviada porque podemos. La tarea es sencilla pero requiere compromiso. Este músculo, para ejercitarlo, hay que estirarlo lo más que puedas. ¿Escuchaste hablar de los cuadernos de gratitud? No necesitás más que un cuaderno (el que te guste y entre cómodo en tu mesa de luz o bajo tu cama) y una birome o lápiz. Arrancá con una lista de 10 cosas por las que das gracias hoy. Buscá un momento tranquilo, respirá profundo antes de sumergirte en este “estiramiento” y si no llegás a 10 ítems de una sentada, tranquila. Recuperá el aire y volvé a intentar otro día. Esa hoja no se va a ir a ninguna parte. Si te sobran ítems para agradecer, seguí hasta que te canses. Y cuando termines, releé. Absorbé ese listado de recursos disponibles.
Para que tu cuaderno siga creciendo, proponete escribir periódicamente (todas las noches, todos los domingos, los días 30 de cada mes, vos elegís) y en cada vuelta, revisitá tus listas pasadas. Vale repetir, porque cada invocación es un “gracias” que vibra en tus células y repiquetea por el Universo.
¡A repiquetear abundancia amigui!