La locutora de la radio más popular se animó a soltar un proyecto exitoso de radio, la vida de gran ciudad, para dar espacio a una vida familiar más apacible y ahora nos dobla la apuesta con su proyecto más ambicioso: cruzar el puente hacia Uruguay.
Por Tofu
No ser de aquí, ni ser de allá. Integrar ambos espacios. Tomar lo que más suma de ambos en el momento en que se lo necesita. Shumi Gauto es amiga de la tribu, docente, dramaturga y productora teatral, locutora, productora de Cuentos Feroces, el podcast de cuentos infantiles no lineales, hacedora de niños y maternidades muy personales, tejedora de larga data y aficionada del buen leer. Y seguro se me está pasando algo. ¿Es posible albergar todas esas aristas en un cuerpo tan menudo? Parece que sí.
Como si esto no fuese suficiente, pandemia mediante, Shumi decidió junto a Joaquín, su marido, concretar un viejo proyecto de mudar su vida a Uruguay. Hoy nos cuenta cómo es que se hace eso de materializar un estilo de vida con el que muchos soñamos.
—En todo este proceso, que fuimos viendo en redes y conversando también, pensé mucho en tu mudanza y travesía y ser de acá y de allá al mismo tiempo. Tu mamá vive en Uruguay y tu vida transcurrió en Argentina, siempre fuiste y viniste. ¿Cuándo es que se plantó concretamente la semilla de cruzar el puente?
Cuando nos conocimos con Joaco, hablamos de venir a vivir en algún momento a Uruguay. En pandemia, estaba embarazada de mi segundo hijo, vivíamos en Martinez en una casa muy hermosa, ya estábamos alejados de la ciudad y a falta de clases presenciales, armé un seminario online. Ahí me di cuenta de que podía seguir haciendo lo que amaba de manera virtual. Joaco también dejó de ir a la oficina. Y entonces fue ahí que retomamos la idea.
Empezamos a mirar casas y pusimos una fecha, veníamos todos los años a Uruguay. Yo quería venir a Punta del Este. Era un lugar que yo conocía de chica y donde yo sabía que podía moverme de forma independiente. Teníamos amigos y la vida de playa. Y un día llegó la fecha…
—Hacer tus talleres en ambos lados, llevar, traer, el legado, lo que queda atrás, lo que viaja en la valija, lo que no. ¿Qué cosas sentís que dejás atrás en Buenos Aires? ¿Qué añorás? Pienso en objetos físicos y pero también en lo inmaterial: hábitos, vínculos, lugares.
Mi gran acto de coraje fue dejar a mis alumnos en Buenos Aires. Yo dejé como 100 alumnos y eso que estábamos en pandemia. En Buenos Aires todo lo ligado a la dramaturgia y sobre todo a la docencia, no paraba de crecer. Yo sabía que el próximo paso para crecer, era una escuela y sin embargo no dudé. Me pasó algo parecido a cuando dejé la radio. Reconfirmo: lo que más añoro es a mis alumnos.
También la pandemia me hizo corroborar que uno podía estar sin los amigos. Estar encerrados hizo que las amistades tuvieran otros formatos, otras formas de sostenerse.
En cuanto a objetos concretos: traje una cajita con cosas de decoración, para que la casa se sintiera parecida a la de Buenos Aires. Las cajas de juguetes fueron lo que más espacio ocupó. Dejamos la mitad de la casa embalada en cajas. Sólo trajimos lo que entraba en los dos autos. Y ya siento que no necesito nada más.
Tenemos un plan de darnos un año para adaptarnos. No sabemos qué va a pasar. Estamos probando.
—Sabemos en esta tribu, que sos consumidora ávida de libros. ¿Cómo hiciste con tus libros? ¿Qué libros mudaste? ¿Qué quedó? ¿Sos apegada en general al objeto libro? ¿O leés y soltás?
Los libros son lo primero y principal. Me armé dos cajas de 30 libros cada una que dije “estos vienen conmigo sí o sí”. En Buenos Aires dejé 7 bibliotecas llenas, enteras. Acá ya soy clienta habitual de las 5 librerías que hay, no lo puedo evitar. Tengo listas de libros pendientes, tengo mi librería de Martinez, en Buenos Aires y ya le hice una lista de libros para que me separen, porque en Marzo viajo y me los quiero traer, porque son mucho más baratos que acá. Mi viejo ya viajó 3 veces y en los 3 viajes me trajo libros.
Lo primero que hice cuando llegué fue ir a comprarme una biblioteca. El otro día mi marido se quejó un poco, me dijo: “sos como alguien que está todo el día con el celular”. Es un poco cierto. Durante el día suelo tener mucho estímulo, o tejo o leo. Los libros para mí son alimento, son la vitamina.
—5 libros para mudar sí o sí:
Mudé un estante que llamo de “autoayuda premium“: son libros de creatividad, crianza, hay material de Krishnamurti, de Chopra, de salud, de calidad de vida. También me traje de mis autores favoritos: toda mi colección de Alessandro Baricco, de Emmanuel Carrère, Marosa di Giorgio y Pizarnik. Esos clásicos, me los traje todos.
“Elegí ser artesana de la cotidianeidad.”
—Pasaste de estar en la cresta de la ola radial, una vida llena de eventos, agite, un programa de casi culto, a una vida familiar mucho más slow, intensa, dedicadísima, muy propia. Así y todo estás llena de proyectos. ¿Cómo viviste esa transición?
Es una pregunta que me encanta: dejar la radio fue mi mayor acto de coraje, el acto que más me conectó conmigo. Yo sabía que esa vida no era mi pasión, no me representaba, no me daba felicidad. Y cuando sabés y conectás con las cosas que te hacen bien, después no hay vuelta atrás. Me llevó un tiempo, mi marido me ayudó mucho a enseñarme que esa opción existía, que me podía bajar de ahí. Yo ya vivía en Martínez, había aprendido a manejar, no podía ir a comer nunca con mis amigos ni con él y empecé a necesitar otra cosa.
“Cuando sabés y conectás con las cosas que te hacen bien, después no hay vuelta atrás.”
También siento que cambié la radio para dar clases, que es mi verdadera pasión. No hay punto de comparación entre la satisfacción que me da dar clases y hacer un programa de radio o conducir un evento.
Elegí ser artesana de la cotidianeidad. Somos papás muy presentes los dos, mucha atención, mucha charla. Siempre desee mucho ser mamá y me da mucha satisfacción poder hacerlo e investigar maneras de criar, tanto heredadas como nuevas.
—¿Y por último, este este espacio donde somos tantas mujeres con varios sombreros puestos: ¿cómo hacés para seguir produciendo tanto con dos hijos pequeños?
Con todo lo anterior dicho en la última respuesta, no podría funcionar en la familia, si no tuviera tiempo para mí. Para mí el tiempo personal es innegociable, es clave, eso lo sé desde siempre. Sé que necesito tiempo para mis cosas: tejer sin ningún objetivo, escribir un obra de teatro, escribir un libro. Lo productivo y lo improductivo. Lo que sea. Necesito mis espacios y son prioridad. Si yo no tengo eso, no soy buena en el resto de las cosas. Siento que eso se encausó cuando me pude correr de un lugar que para el afuera era de mucho éxito y para mí era desgastante.
Amo lo que hago, amo leer, amo escribir, amo dar clases. Ahora queremos hacer una sala acá en Punta del Este. Todo me eso estimula mucho. Tengo un marido con el que soñamos juntos y tenemos mucho poder de concreción. Hicimos Cuentos Feroces juntos. Formamos un gran equipo.
Instagram Shumi Gauto / podcast Cuentos Feroces