En el mes donde trabajamos el autoelogio y la idea de mirarnos amorosamente, nos animamos a pensar que no siempre se puede estar bien y que abrazar eso es lo más sano que podemos hacer.
—Por @Tofu
Resulta que a mí me aburren bastante los juegos de mesa, pero a mi hija le encantan. Y buscando alternativas para no remarla tanto di con este deck maravilloso que me resolvió dos necesidades esenciales: conectar con mi hija a un nivel más profundo y jugar con ella.
Desconectados es un set de 200 cartas con peguntas y disparadores para generar conversaciones a “otro level“. No es pesado, no despierta precisamente conversaciones complejas ni te encuentra en un lugar demasiado escorpiano tampoco. Si bien apunta a un público de más de 16 años, pude jugarlo perfectamente con mi hija de 11 en almuerzos, meriendas y esos ratos muertos donde no querés que la pibita caiga directamente en el consumo de pantallas.
Entre esas preguntas que nos acercó este mazo existencialista, nos apareció una que me dejó pensando fuerte y que inspira este post: ¿se puede estar bien con los demás sin estar bien con uno/a mismo/a?
Positivismo tóxico y la obligación de tener que estar bien
A veces está bueno darnos una auto palmadita en el hombro y decirnos todo lo que nos hacemos el aguante a nosotras mismas. Pero a veces ese mensaje simplemente no llega. Hay días donde por más que intentemos, nos cuesta salir de ese estado pegajoso de malestar, auto compasión, pereza de vivir, hormonas en estado de desbalance, en fin… Ustedes saben bien a qué me refiero…
Entonces, en esos momentos donde el positivismo tóxico nos crispa más de lo común, ¿cómo encaramos el día? ¿Cómo nos vinculamos con el otro cuando somos una versión bastante poco feliz de nosotras mismas?
¿Qué tienen en común los decks de cartas y Brené Brown?
¿Se puede congeniar con el otro si soy un desmadre interno? Pienso en mi talante un día antes de que baje el período, por ejemplo. Aquí, nuestra Brené Brown del día desarrollando sagazmente, como siempre, cómo funciona su fórmula marital. Un recurso que se puede aplicar a cualquier tipo de vínculo a mi parecer: pareja, amigos, socios, roomates, colegas laborales, clientes, padres, hijos, kiosquero, etc.
En el video, que no pude conseguir con traducción, nuestra gurú de las relaciones habla del famoso 50/50 que se espera de las relaciones. Según ella es directamente bullshit, es imposible que eso suceda, porque hay días donde está al 20% en términos de paciencia, amorosidad y energía. A veces no se puede salir de ese 20%: no se va a convertir mágicamente en un 50% si estoy atravesando un duelo, una situación laboral compleja, o si tengo problemas de salud o preocupaciones varias.
Entonces, ¿qué hacemos con el 30% que queda por cubrir? Brown propone que las partes se cubran entre sí cuando no están óptimas. Que, para ella, de eso se trata un vínculo sano. Entonces ese día, en ese caso, el 30% que uno no llega a cubrir, lo absorbe el otro. Uno pone 20, el otro 80.
Ahora, es interesante ver qué pasa cuando las dos partes están al 20% o al 30%. Generalmente esos son los días de pelea, reproches y conflicto. Sabemos que juntar a dos personas con la batería baja o a flor de piel no es una buena fórmula. Entonces Brown propone un plan de contención, sentarse a conversar cómo es que los dos piensan actuar para no hacerse daño.
Me parece un ejercicio muy interesante de registro interno más allá de todo hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo me levanté hoy? ¿Con qué porcentaje de energía, paciencia y capacidad de escucha cuento? Si estoy con la mecha corta, ¿qué herramientas necesito para no hacer volar todo por el aire?
Aunque hoy me levanté al 15%, exploré un par de opciones para ustedes. No, mentira. ¡Este tema me interpela un montón! Les acerco mi top 5.
5 consejos para lidiar con el conflicto cuando no estamos óptimas
- Escuchar atentamente: el otro merece nuestra escucha consciente hasta que termine de expresarse, sin interrupciones. Parece sencillo, pero pónganlo a prueba y me cuentan el nivel de desafío de coserse los labios hasta que el otro diga “listo”, cuando escuchan algo que las tienta a volar por el aire.
- Elegir el momento de conversar: no hace falta lidiar con todo en el mismo momento en el que sucede el conflicto (vengan de a una), pero creo que es un muy buen recurso cuando hierven las aguas eso de poner en pausa la conversación hasta que las dos partes estén con la caldera a temperatura ambiente.
- Crear el mood para la conversación: hay conversaciones que piden intimidad, en espacios privados –el hogar, por ejemplo–. Otras que transcurren mejor caminando porque se libera toda una energía que se descarga con la motricidad y no en el verbo. Otras, para mediar las emociones, suceden mejor en lugares públicos, cafés, restós o bancos de plaza.
- Las dos partes tienen que estar disponibles: que una parte quiera conversar, si la otra aún no está a tono, puede terminar en catástrofe. Respetar los tiempos de los demás es parte de la tónica de la conversación.
- No evadir las conversaciones: dilatar por demás, pasarlas por alto porque se me pasó el enojo o ghostear al otro cada vez que quiere iniciar la charla, son todas maneras de acumular conflicto. Y todas sabemos que lo que se acumula por algún lado termina saliendo. Por más incómodo que resulte, hay que darles entidad, porque cuando pasa la parte difícil, la mochila se aliviana y los vínculos fluyen mejor que antes.
Para aliviarles la tensión de las conversaciones difíciles, las dejo con un tema de Salvapantallas y Drexler.