¿Te apasiona viajar? ¿Pensás tus vacaciones como una oportunidad de conocer lugares nuevos más que como un momento de descanso? Entonces, dale la bienvenida a esta forma de recorrer el mundo.
Viajar es una pasión, pero no es “la misma pasión” para todas las personas. Si vamos por encima de lo obvio (que viajar requiere “recursos” de tiempo y dinero de los que no todas las personas disponen), igualmente encontraremos que el esfuerzo físico y mental que demanda planificar, preparar y ejecutar un viaje no es compatible con la idea de “vacaciones”.
“Quien viaja busca explorar.”
vik arrieta
Me atrevo a la hipótesis de que las agencias de viajes tienen entre sus clientes a los “turistas” y a los profesionales que necesitan desplazarse por el planeta, pero que los “viajeros” abordan la planificación como parte esencial del viaje. Y claro que no hay una única manera de viajar (aquí entran los famosos recursos disponibles), pero quizás si podríamos coincidir en una intención: quien viaja busca explorar. Quien “vacaciona” quiere descansar y las comodidades y el placer son prioridad (y un poco de exploración es la anécdota ocasional). Pero para quien pone como prioridad descubrir el mundo, el kilometraje es todo: las sorpresas se cuentan en millas.
Viajar post pandemia
“El sueño de la vuelta al mundo” se nos vino bastante abajo en 2020. Lejos quedó el ticket de avión accesible: volar se volvió caro y complejo después de que el mundo saltó sobre su eje y se reacomodó para hacerle frente a la pandemia. Incluso cuando se encuentran ofertas, las restricciones temporales, la incertidumbre, los tests requeridos y otras barreras se imponen frente a nuestras ganas de recorrer libremente el planeta. Hasta los vuelos de cabotaje han aumentado.
Según el diario español La Vanguardia: “Volar se está convirtiendo en una actividad mucho más cara, incluso dentro de las aerolíneas low cost. Un billete de avión para viajar por Europa –vuelos internacionales– costaba en octubre casi un 35% más que hace un año, según datos de Eurostat y Capa-Centre for Aviation recogidos esta semana por Eurocontrol.” (Agosto 2022). La explicación va por el lado de la oferta y la demanda: luego del parate total, recuperar la oferta fue tanto o más difícil que lograr que la gente confiara en volver a pasarse unas 14 horas en un espacio cerrado tan densamente poblado. Cerraron muchas rutas, pistas, aerolíneas. A esto se suman casos como el de la Argentina, en el que los impuestos representan más del 50% del costo de un pasaje y el aumento generalizado del costo de los combustibles fósiles. Todo este escenario va a seguir evolucionando, pero las tendencias indican que la oferta no va a poder acompañar a la demanda a ritmo. Tenemos más ganas de viajar que aviones disponibles. ¿Cómo exploramos nuevos destinos cuando no es tan fácil volar?
Entra al ruedo el viaje rutero
En este contexto, evaluar un viaje por ruta se vuelve tentador. Propone otra manera de explorar, con tiempos un poco más slow, donde no se trata de pegar saltos cuánticos entre grandes ciudades o destinos, sino de recorrer el gradiente que hay entre una escena y otra, para darle a ese destino una nueva dimensión. En la ruta aparecen los pueblos, las pequeñas viñetas que ilustran la vida de otro modo, los orígenes de muchas cosas y conversaciones que solo se dan en la intimidad de un auto, a partir de unas 3 o 4 horas de viaje.
Si bien hay costos en este formato (vehículo, combustible, alojamiento en el camino) suelen ser mucho más accesibles, sobre todo cuando el viaje es familiar o se comparte entre varios. Sin duda tiene una medida ideal: los que logran entrar en el auto junto al equipaje necesario (con un posible upgrade: el vuelo de cabotaje para un 5to pasajero que se sume en el destino, cuando se bajan las valijas y vuelve a haber un espacio suficiente en el vehículo). El auto también es una gran opción para llevar mascotas.
En estos últimos años afloraron los campers, las tiny home dentro de una camioneta modificada, los viajes Alaska-Argentina, mientras crece a la par la oferta de casitas diseñadas para el long rental (alquiler temporario por mes). Dos tendencias que hablan de nuestras ganas de viajar distinto.
¿Las contras de elegir rutas terrestres? La seguridad, que depende mucho de los caminos elegidos, el estado del vehículo y la responsabilidad de quien conduce; los imprevistos, que pueden suceder en parajes donde ni llega la señal de telefonía celular; la incomodidad de no poder moverse dentro de la cabina (como si se puede en un avión, bus o tren, a excepción de quienes eligen el modo camper) y de estar a cargo de la conducción. Pero… a diferencia del avión, donde todo está controlado y solo podemos pagar y sentarnos a esperar aparecer en otro aeropuerto, en el viaje rutero podés trabajar con las variables para ajustar lo más áspero de viajar (como la inversión) a tu conveniencia.
Incluso si llegás en avión a la ciudad cabecera de tu viaje, optar por alquilar un auto y seguir por ruta, puede ser más económico y divertido. A veces, para descubrir ciertos destinos, no hay realmente otra opción.
Cómo planificar un road trip
Lo primero es definir el tiempo que tenés disponible. No se puede plantear el mismo viaje en 7, 15, 30 o 365 días. Hay una medida que es buen parámetro para empezar a diseñar el mapa de viaje: lo ideal es recorrer entre 600 y 800 km como máximo por día (pensá en 6 a 9 horas de ruta), para poder circular en condiciones óptimas de descanso, con luz diurna, buena visibilidad, haciendo paradas de servicio como máximo cada 150-200 km. Entonces, lo primero que podés hacer es ubicar qué ciudades interesantes tenés en esa franja de kilómetros desde tu ciudad de destino, y desde estos puntos, ubicar las próximas paradas deseadas y “obligadas” (para no romper “la regla de los 800”).
Quizás ya tenés un destino que querés visitar, en ese caso podés hacerlo en forma inversa: desde ese punto construí el camino hacia la ciudad de la cual vas a partir. A la hora de elegir tus paradas obligadas (las que sí o sí tenés que hacer para no manejar más de 6-9 horas) puede ser que no encuentres ninguna ciudad conocida o que te llame la atención. ¿Cuál elegir? Momento de googlear localidades: fijate qué atracciones, alojamientos y comodidades te ofrecen las ciudades que consideres como alternativas. Quizás te encontrás que en tal fecha hay un festival, que tal restaurante es una joyita de la provincia, que la ciudad tiene una arquitectura de la cuál se habla en la FADU.
Lo más lindo del viaje en ruta en conocer estas pequeñas localidades que forman parte de tu país, con su gente, sus paisajes y sus historias. Lugares a los que no llegarías en avión
ni en otra ocasión.
Una vez que tenés los días de ruta y las paradas, podés definir cuántos días le querés dedicar a cada “parada”, en función de las experiencias que te ofrece y de cuántos días en total te puedas alejar de tu punto de partida. E incluso, con tiempo y distancia a favor, animarte a cruzar fronteras y visitar países vecinos.
Te propongo un ejercicio fácil para entender tus posibilidades: desde tu ciudad cabecera, dibujá esas zonas que se cuentan por día, para entender hasta qué puntos podés llegar, ida y vuelta. Te vas a dar cuenta que hay un mundo por descubrir y que empieza acá nomás. La pregunta de todas formas persiste: ¿cómo lograr días extra para viajar si las vacaciones no alcanzan para llegar al destino soñado? ¿Cómo seguir generando ingresos para no desangrar la cuenta bancaria en la aventura? Es momento de sumar a nuestro vocabulario un nuevo concepto.
Inspo para tu próximo viaje:
–Modo explorer recorriendo en van Argentina, Chile y Uruguay
–La Neta en viaje recorriendo en van Argentina y Chile
–La vida de viaje viajando en bici por todo el país
–Motorjor: podés encargar tu casa rodante a pedido o customizar la que ya tenés.
Workation, o “trabacacionar”
La pandemia nos dió mucha tela a la hora de repensar cómo usamos el tiempo fuera de las rutinas, principalmente al servicio de qué está ese tiempo por el cual luchamos todo el “año laboral” y al que llamamos “vacaciones”. Tradicionalmente, las vacaciones son el descanso del trabajo, el momento en el que muchos resignamos generar riqueza para gozar de experiencias placenteras por fuera de la rutina que organiza el resto del año.
Pero si al trabajo le pedimos que además de generarnos riqueza nos genere aprendizaje y goce; y cuando elegimos qué estudiar lo hacemos poniendo como condición que sea placentero y con el objetivo de poner ese conocimiento en valor y generar riqueza… ¿Qué pasa con ese tiempo que nos damos para gozar? ¿Podemos pedirle que genere alguna forma de aprendizaje y riqueza?
¿Lo habían pensado alguna vez así? ¿Podemos pedirle al momento en que tenemos que descansar un “retorno de nuestra inversión”? Yo creo que es una pregunta interesante. En el mundo, las fronteras entre las diferentes áreas y actividades de la vida se fueron limando, permeando, permitiendo que aparezcan cruces originales y muchas veces superadores (no siempre, a veces queremos reforzar límites saludables).
Uno de esos cruces más novedosos es el recientemente bautizado nomadismo digital, que propone una vida sin código postal definido en la que el trabajo se ejecuta en forma remota a través de medios digitales. En principio, solo estaba habilitado para profesionales independientes cuyas carreras se beneficiaban de moverse con cierta asiduidad (o por lo menos, no se dañaban) y el resultado de su trabajo se podía comercializar vía bits and bytes. Pandemia y boom del trabajo remoto mediante, una ventana de posibilidad se abrió para muchas otras personas cuyos trabajos no están necesariamente anclados a un espacio físico determinado, o por lo menos no es necesario que se encuentren en una oficina todo el tiempo para cumplir sus objetivos. ¿El futuro del trabajo es con WiFi y sobre ruedas? Con tanta discusión sobre el avance de la robótica y la IA, es buen momento para empezar a soñar un poco más fuerte.
Cómo subirse a esta tendencia hoy
Lo primero es preguntarte honestamente si te resulta posible brindar verdadero valor trabajando fuera de la oficina en forma sostenida, aunque sea en principio por unos días. Para ello, es imprescindible que tus tareas se resuelvan con medios técnicos y/o tecnológicos que puedan trasladarse con vos. Por ejemplo: si te desempeñas como ilustradora a tiempo completo y solo necesitás una computadora con conexión a internet, un medio para digitalizar tu trabajo analógico o programas para trabajar en formato digital, esa condición está cumplida. Si no es tu caso, el siguiente nivel es verificar si alguna de las actividades que hacés para crear valor puede entrar en esta condición: quizás no todo tu trabajo se puede hacer en forma remota, pero una parte sí. Entonces, ¿podés utilizar un bloque de tiempo que se traduzca a una cantidad de días, en los que puedas alejarte de tu lugar de trabajo regular? Ese es un lugar para empezar a planificar.
Para algunos profesionales independientes o emprendedores, la solución puede ser delegar parte de las tareas presenciales recurrentes por la duración del viaje. ¿Y si tu trabajo está 100% anclado a una ubicación? En ese caso no queda más remedio que pensar formas alternativas de generar ingresos, que te permitan descubrir el mundo tal como lo soñás. Ya lo dijimos: viajar no es para turistas, es para exploradores.
¿Se puede generar ingresos durante un viaje? Si podés seguir trabajando remoto, vas a poder seguir generando ingresos. Puede que sea tu trabajo regular o uno que te inventaste para el viaje: actividades periodísticas, de investigación, atención remota a distancia, arte y artesanía, servicios complementarios a la actividad turística, trabajos temporales en la ciudad destino, enseñar idiomas, dar talleres y charlas, etc. Hay tantas ideas como personas con muchas ganas de viajar existen. Con un poquito de investigación y planificación, ese viaje increíble que te emociona en instagram, puede ser el tuyo.
Más recomendaciones para viajar sin parar y sin quedarte sin dinero
Hay algunas estrategias adicionales que podrían ayudarte y vale la pena mencionar:
- Ahorrá dinero antes de viajar: básica pero vale mencionarla. Antes de salir de viaje, ahorrá lo suficiente para cubrir tus gastos de viaje por un período determinado.
- Buscá alojamiento económico: utilizá sitios web de reservas de alojamiento como Airbnb, hostels o couchsurfing para encontrar alojamiento a precio amigable.
- Viajá en temporada baja: los precios de los vuelos y alojamiento suelen ser más bajos.
- Buscá opciones de transporte económicas: elegí opciones como el transporte público o compartir coche.
- Cociná en lugar de comer fuera: cocinar tus propias comidas en lugar de comer en restaurantes puede ahorrarte mucho dinero.
- Buscá actividades gratuitas: como visitar parques, museos gratuitos, entre otros.