Esta comunidad que valora tanto el espacio creativo y la concreción de ideas y sueños, también puede sufrir un flagelo: eso que pasa cuando se nos va de las manos la rosca mental y no la podemos frenar. Ante todo: equilibrio.
No saber cortar la bocha es una tendencia natural del cerebro. El pobre no es otra cosa que un workaholic que necesita de nuestra propia fuerza de voluntad para poder silenciarse, aunque sea por unos instantes. El cerebro no sabe hacer otra cosa que andar en movimiento, somos nosotras las que debemos tomar cartas en el asunto.
Cuando nos pasamos de estímulo nos adormecemos.
Lo que pasa es que cuando nos pasamos de estímulo nos adormecemos. Perdemos la capacidad de la propia escucha. En ese estado de confusión neptuniana, nos olvidamos de lo que nos gusta, del sentido que queremos imprimirle a nuestros días, de todo eso que nos da centro y en el peor de los casos hasta podemos enfermarnos. La intuición, la creatividad, los sueños buenos y la capacidad de disfrute quedan sepultados bajo un aluvión de chatarra mental.
¿Detectan cuando se sienten así? ¿Cómo les repercute físicamente?
En algunos casos la distracción es externa: tecnología digital, ruidos excesivos y una vida social agitada son algunos de estos detonantes. A veces el murmullo es interno, no podemos apagar el pájaro carpintero que no taladra la cabeza con montones de temas distintos, de jerarquías varias, de áreas diferentes.
Arianna Huffington, gurú de los medios norteamericanos, creó la plataforma Thrive, luego de sufrir un episodio de burnout severo, situación que la llevó a redefinir drásticamente su idea de éxito, ritmos de trabajo, horarios de descanso y sueño. En esta comunidad de alcance global, propone difundir historias y recursos para mejorar la calidad de vida personal y laboral sin perder el motor emprendedor.
En este artículo propone una serie de recursos para cortar con la mente rumiante, propuestos por distintos miembros de la comunidad Thrive. Perfectos para poner en práctica hoy mismo:
Herramientas para cortar la bocha:
- Stop: cuando veas que tu mente está entrando en una cascada se escenarios mentales sin freno, visualizá el signo de STOP. Entonces comenzá a pensar en algo que te resulte muy agradable, que te traiga paz. Honestamente yo pensaría en cachorritos, cocineros decorando una torta de merengue con manga repostera, un bebé durmiendo la siesta en mi regazo. La idea es que la mente pueda cortar con el patrón de pensamiento negativo.
- Mirá para arriba: hay una razón real por la que frenamos y miramos para arriba cuando estamos pensando en algo que no nos fluye: mirar para arriba libera un químico en el cerebro que estimula la creatividad. Además, nos saca de la mirada propia, nos pide que miremos algo por fuera de nuestra burbuja.
- Intención: cuando la mente no cesa de dar vueltas es sano preguntarse cuál es la intención o hacia donde vamos con aquello que no estamos resolviendo, al menos mentalmente. Sean pensamientos positivos o negativos, la intención aclara y da rumbo a aquello que parece enredado y sin manija.
- Imaginate el peor escenario: evasores abstenerse. No es de pesimista pero imaginarse lo peor que podría suceder, nos da la posibilidad de pensar en cómo trabajar con la peor opción posible y eliminar algunos fantasmas. Dedicarle ese tiempo mental a las soluciones y no a los problemas en sí.
Volviendo a la sobredosis el estímulos externos, este estudio demostró recientemente que descansar la mente de redes sociales tiene beneficios concretos para la salud mental. Y, lean esto: se asocian distintos síntomas según la red utilizada. Por ejemplo Tik Tok, está asociada a síntomas de ansiedad, mientras que Twitter se asocia a la depresión.
Sin ser experta en ninguno de estos temas, aunque seguro a esta altura tengo un P.H.D. en saber decir no y apartarme del ruido innecesario, propongo mis herramientas personales.
Top 3 de cosas que me despejan la cabeza:
- Paseo en bici. A diferencia del running o del pedaleo deportivo, propongo un paseo en plan flâneur. O sea: pasear por gusto. Si, puedo salir a caminar también, pero creo que la bici aporta esa cierta velocidad gentil con vista panorámica y con cierta distancia de lo que se mira. Y más si suman música. Caminando se está más metido de la peli. Háganme caso y estudien rutas más felices donde sea que vivan. No vayan hacia el Microcentro en hora pico, claramente eso no despeja. Pueden incluso subir al tren en las partes engorrosas y bajar a la altura del rio o de paseos naturales. Elegir horarios menos transitados si no les queda otra que pedalear por la ciudad, es un excelente recurso. Tomar la ciudad antes que el resto de los residentes es una ma-ra-vi-lla.
- El sol sana todo: Si no tienen tiempo para un paseo en bici, entre actividad y actividad, háganse de un café, plaza, balcón, terraza del edificio de donde sea que vivan, con un buen rayo de sol de frente, para cortar la bocha y las redes por un rato. Respiren, no busquen respuestas, no consuman nada que no sea vitamina D3 o un buena brisa.
- Encuentro express: A veces no tengo la fortuna de poder quedarme una tarde entera a charlar con una amiga como me gustaría, pero sí puedo juntarme 40 minutos o una hora. Y si bien no llegamos a hablar de todo lo que nos gustaría o con la profundidad que requieren ciertos temas, sí salgo ganando de esos encuentros donde tomamos café o paseamos perros o acompañamos a la otra a hacer un trámite aburridísimo. En tiempos postpandémicos donde los encuentros reales se degustan como cannoli de pistacho, 40 minutos es una fiesta.