¿Qué es eso que te hace distinta al resto? ¿Le das curso o lo silenciás? Esta semana reflexionamos sobre el brillo personal, las trabas que se nos presentan para poder expandirlo, por qué hay que dejarlo ser y las ideas sobre el éxito social y personal.
—Por @Tofucita
Recuerdo cuando hace años llevé a mi hija a conocer un colegio tradicional. Pensaba cambiarla y no tenía ni idea de qué podía pasar si probaba algo más formal. Viniendo de formación Waldorf y Reggio Emilia convengamos que la niña no tenía demasiada cultura de quedarse sentada, escribir con la propiedad de un niño que escribe desde preescolar, ni respetar un formato de clase poco participativo.
La devolución de la directora fue mortal. Decía que era demasiado inquieta, que su cursiva es demasiado grande para su edad, que no sabe restar, que su inglés es bueno pero que no acata demasiado la autoridad. Luego de una conversación que no recuerdo demasiado, la señora de cabellos rubios remató con este pensamiento: que los chicos se tienen que capacitar para este mundo, que tienen que rendir bien en un buen colegio, para acceder a una buena universidad para así conseguir un buen trabajAHI ME APAGUE. Sorry.
Más allá de que pienso que es una visión medieval de la educación y del futuro laboral de la humanidad entera (hola AI), me sentí tremendamente golpeada. Por suerte ese día y de casualidad, fui a la devolución con mi mamá, ex docente y con mirada objetiva y muy amorosa de su nieta, porque yo quedé desconcertada. Me nublé, no podía pensar con claridad.
En mi psico-drama personal pensaba que mi hija, mi tesoro, con todo lo que tenía de puro y encantador, no tenía las herramientas necesarias para este mundo.
Mi mamá, cuando damos dos pasos fuera del colegio, me dice al oído para que la pibita no escuche: “esa escuela no es para tu hija. Tu hija tiene un talento creativo fenomenal y esa escuela va a hacer todo lo que haga falta para reprimírselo. Buscá una institución más moderna.” Gracias má. Era lo que necesitaba escuchar.
“Cuando somos adultas el patrón caló tan hondo que pensamos que es normal tener que estar renunciando a partes de una para encajar.”
Mi hija se salvó porque tuvo papás que de entrada buscaron habilitar su forma, sea la que fuere. Se salvó porque constantemente estamos actualizando esa mirada según lo que va necesitando en las distintas etapas. Seguro nos equivocamos un montón, pero desde la mirada más morosa y observante posible.
Pero el mundo está lleno de gente que sigue pensando que tiene que encajar. Lo mismo que le hubiese pasado a mi hija en esa institución. Formar parte de una media, hacerse chiquita para no molestar con su voz, su inquietud, sus preguntas, su deseo de aprender con otras dinámicas. O de despertarse un día sin ganas de aprender, como nos pasa a todos los adultos alguna vez con el trabajo y la diaria.
Y resulta que si nos exponemos desde chicas a este tipo de mecanismo de “nivelación”, cuando somos adultas el patrón caló tan hondo que pensamos que es normal tener que estar renunciando a partes de una para encajar. Nos sentimos raras cuando nuestro cuerpo es distinto, cuando nos interesan otras cosas, le damos valor a otras, nuestros sueños pasan por otro lado o nos interesa trascender en esta vida de cierta otra forma.
La vida nos pone en un pirotín de la caja de bombones y nos pasamos la vida tratando de salirnos de ahí. Te autopercibís con relleno de dulce de leche, pero la etiqueta de la caja dice que hay ser de Marroc.
El brillo personal:
Hace unos días, la jefecita Vik Arrieta, subió esta hermosura de la cuenta de ItsLennie, en la que justamente hablaba de este tema en relación al brillo personal. El video básicamente propone lo que venimos hablando antes. Un mundo donde todo los que te vean distinta van a tratar de opacar todo eso que te hace especial, que te recorta del resto, que te hace brillar.
Pero cuando algo es una parte tan intrínseca de una, no se puede hacer otra cosa que brillar. Y si a los demás no les gusta, es un tema del resto, porque una no puede hacer otra cosa que brillar como le es propio. El mundo sería aburridísimo si todos brilláramos igual. ¿Verdad?
El tema del brillo me interpela, porque más allá de lo que hagamos o sepamos hacer bien, con facilidad o conocimiento, está eso muy particular que nos recorta del resto, que nos despierta la faceta más evolucionada de nosotras mismas. Es una visión potenciada de lo que hacemos, porque despierta nuestra mejor versión.
El éxito es relativo:
A veces, eso que se nos brinda naturalmente, que nos hace brillar, no es una vocación, un talento artístico o algo que entra en un formato profesional. La empatía, la capacidad de leer al otro, saber escuchar, hacer reír, tener el don de la energía positiva que contagia, saber agasajar, no son talentos linealmente capitalizables.
No son profesiones, trabajos concretos, vocaciones. Son maneras de ser, talentos que atraviesan todo eso que hacemos. Pero practicarlos, brindarse y recibir el feedback de aquellos que los reciben, puede cambiar nuestra experiencia de vida. Cuando los ponemos en práctica brillamos. Quizás vinimos al mundo a poner esos talentos en funcionamiento y no a ser abogadas o arquitectas, aunque ejerzamos esas profesiones y lo hagamos bien.
El éxito es poder poner todo eso que somos a funcionar, más allá del formato. Quizás lo que nos hace “exitosas”, es nuestra capacidad de escuchar a nuestros amigos, acompañarlos en sus procesos o ser las jefas más empáticas del condado o ser la que cuida las necesidades de su vecina mayor que vive sola en el piso de arriba.
Así que abracen eso que son, aunque no sepan que nombre ponerle, brillen y sean el bombón que no encaja en ninguna caja, si es eso lo que hace falta para que no pierdan nada de lo que las hace únicas.
Para volcar en el diario:
¿Se preguntaron alguna vez cuáles eran sus verdaderos talentos?
¿Qué disfrutan hacer?
¿Qué las hace brillar?
¿Qué pasa si mi verdadero éxito no es mensurable?
¿Qué sucede si mi mayor talento no es monetizable?
¿Qué valor tiene cuando no es material “canchero” para publicar en redes sociales? ¿Cuenta igual?
Este es un buen momento, un fin de semana XXl. Tomen nota y escríbanlo en sus cuadernos. Porque es raro que alguien venga a preguntarles estas cosas para que conecten verdaderamente con eso.
Y como escribió la jefecita de su feed los últimos días:
Les pido mil disculpas por este fin de posteo bizarro, pero le acerco este temita de César “banana” Pueyrredón. Café concert de club de rugby para ustedes.
3 comentarios
amé este post, por más not fixed to the box. (banana genio)
Gracias por este post, era todo lo que necesitaba escuchar (o leer) hoy. (L)
Gracias por leernos Nayla!
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