Uno de los últimos sábados del verano decidimos emprender un viaje pendiente: a Maschwitz. Sí, ya sé, no es novedad que en Maschwitz se está generando un polo de gastronomía + diseño + arte que le cambió bastante más que los mediodías a los habitantes —permanentes u ocasionales— de la zona. Pero para los porteños como myself, los 40 y pico de kilómetros que me separan de dicho pueblo hacen que esto deba ser planificado como un ‘mini-trip’. Propiamente, una aventura.
Primer error, salimos al mediodía. Y con hambre. No se los recomiendo. Pero en el caso de que no puedan salir por la mañana, les sugiero fuertemente llevar un tupper con patitas de pollo (ja! really?) hummus, apio y/o crackines para ir picando en el camino. Porque la Panamericana se puede poner densa, como una hora y media densa para recorrer sólo 40 km. Así que paciencia, porque bien vale la espera.
Mercado de Maschwitz
En el km 40,5 está la salida a Maschwitz. Bajando de la autopista hacia la colectora, tendrán que recorrer unas 10 cuadras hasta llegar a la calle Mendoza, la diagonal donde la mayor parte de la escena tiene lugar. Sobre dicha calle encontrarán varias posibilidades de estacionamiento, gratuitas y pagas. (Sobra decir que cuanto más tarde lleguen, menos chances de estacionar en forma gratuita encontrarán.)
El primer punto del recorrido es el Mercado de Maschwitz. Este paseo con aires del far west —su arquitectura privilegia la madera y la chapa, y sus aberturas y sus texturas los van a hacer viajar a un spaghetti western— resume la mejor propuesta de la zona en términos de gastronomía. Hay para todos los gustos: cafés, parrilla, pizza, pescados, tapas, sushi, oriental, americana clásica (alguien tomó nota de este concepto far west que les mencionaba). Además, el primer piso está ocupado por diversas propuestas comerciales, que van desde un tattoo parlour (yes! No se pierdan Black Kat, mil puntos de onda), a un estudio de Yoga, o a una tienda de insumos para scrap-booking.
La mayoría de las tiendas gusta de una estética vintage (no te pierdas ETC, Christen Antiques y Portobello Design), y hay algo de mercado de pulgas en el aire. Pero también hay moda bien actual, como la tienda Fan, que tiene una linda selección de prendas; o de deco “moderna”. Aunque sépanlo: no hay ninguna tienda que tenga productos Monoblock aún. Y francamente, gran parte de la oferta en este último rubro it’s not my cup of tea, si saben lo que digo (me repele el made in China a menos que sean bolitas de cerdo con salsa agridulce, dos veces más si no tiene ningún tipo de aporte de diseño original o contenido local). Las excepciones a esta regla se encuentran un poco más adelante, en el Paseo Mendoza (¡aguanten que ya les cuento!).
Siguiendo la temática del spaghetti western, no puedo evitar el cliché (y me acuerdo de la genia de Allie Lazar, que usa este recurso y muy bien para dar sus reviews gourmet):
The Good: la comida. Precios ajustados que llevan muy bien la relación precio-calidad. Una oferta vasta, para todos los gustos. Un escenario que acompaña los sabores, con espacios al aire libre, y a la sombra de un aire acondicionado cuando es necesario. Como polo gastronómico no le falta nada, y da ganas de volver, solo para probar otro menú.
The Bad: efectivo only en la mayoría de las tiendas. No se olviden de pasar por el cajero antes de emprender ‘el viaje’. No ví cajeros en el predio.
The Ugly: los fines de semana preparate para esperar mesa (¡atenti que algunos toman reserva!). Los espacios no son pequeños pero la concurrencia es abultada. Si venís “desde lejos”, el hambre te va a volver un grinch.
Paseo Mendoza
El siguiente punto en el camino por la calle Mendoza es este paseo con aires carilochenses. De nuevo nos transportamos a una tierra de elfos, con techitos de madera y mucho pino. Nos recibió un vivero con cactus hermosos desde $40 (por su tamaño, una ganga), y lo que parece ser un estudio de música, en el que querría juntarme con los vecinos a zapar cualquier tarde de invierno. Nos sumergimos hacia adentro de sus pasillos en caracol para encontrarnos con la tienda de Pla & Amigos, el verdadero refugio de los objetos de diseño para la vida cotidiana de Maschwitz (donde —por supuesto— sí encontrarán nuestros productos).
También verán una tienda de tejidos donde es posible comprar lanas o asistir a un curso para aprender a tejer en todas las técnicas, una tienda de cristales —porque la búsqueda espiritual es un componente fuerte de este enclave—, una de cerámicas, una papelería donde comprar pinturas y pinceles y también libros usados, y más cafés y bares (como Ramona y El Chiringuito, un bar circular para transportarse a la playa), alrededor de un patio central muy acogedor. Si bien se respira más tranquilidad y un aire más local, el paseo merece una visita. Además son solo unos metros, ¡a caminar!
Quo Container Center
Continuando por calle Mendoza se llega a una propuesta muy… ¿extraña? Todavía busco la palabra para esto que se siente tan cómodo en su espacio como un lunar en el medio de la nariz. Se trata de un shopping hecho con containers, bajo la declaración de ser el primer paseo comercial ecológico de la zona. La promesa cae un poco bajo la falta de sombra: el metal pintado en colores estridentes domina la escena, en donde antes predominaban los árboles y la madera. Pero a decir verdad no hay forma de comprobar que no lo sea, es que no había ninguna indicación (señalética o cartel explicativo) sobre cómo se lograba tal cometido. Quizás estaba y no lo ví. Si alguien lo ve, por favor me avisa y corregimos la nota.
La propuesta gastronómica comienza de camino al predio: hay un Sushi Club, un Taco Box, y un pub irlandés. Entiendo que ninguno forma parte del complejo, pero son las referencias más cercanas. En el complejo también hay restaurantes y bares, con propuestas de comida italiana y parrilla. Además, tiendas “de diseño”. Es que el diseño parece ser la muletilla, y creo entender que allí donde el Mercado destaca por lo vintage, y el Paseo por lo artístico, en Quo la apuesta fue cortar por lo moderno. Nuevamente, mucho made in china para mi gusto en cuanto a objetos refiere, y propuestas tímidas en indumentaria, principalmente orientadas al fast fashion y a los más jóvenes.
Lo mejor para el final: Die Ecke y Casa Linda
Si hace calor y la panza está demasiado llena para la caminata, recomiendo volver al auto porque el trayecto desde calle Mendoza hasta Die Ecke no es menor. Ahora, si están con espíritu de aventura, el mejor camino es continuar por calle Mendoza hasta Avenida El Dorado (justo antes de las vías del tren) y recorrer esta calle arbolada. Cuando lleguen a calle Santa Fe, continuan derecho por esa diagonal dos cuadras. A mano izquierda, en una esquina, verán una casona color naranja. Llegaron al Mercado Universal Die Ecke.
Una mezcla de objetos de materiales nobles, donde el color predominante es el blanco, seguidos por otros tonos neutros. Cada tanto el ojo atrapa un destello de color estridente, que da la nota en el tono justo. Las texturas son las protagonistas, en los vidrios grabados, las maderas gastadas, los metales herrumbrados. Como si quisiera remontar ese origen de almacén de ramos generales, con su horror vacui tan de la época, en Die Ecke no hay lugar libre donde apoyar más nada. Todo está —cuidadosamente— ocupado por un objeto.
Los precios son correctos, sobretodo si tenemos en cuenta que los objetos son realmente destacables y que son excelentes candidatos a pieza it de decoración (esa que ponés en ese lugar de la casa que se va a robar las miradas). La distribución es la de una casa, por lo que hay una sala de dormitorio con una cama, almohadones y ropa de cama, una sala de comedor con vajilla (y si estás buscando un set de plato y campana para tortas, te aviso que te está esperando aquí), y una cocina abarrotada de cacharros de cerámica. Incluidos esos que se asemejan a los esmaltados que tanto amamos y que tanto escasean por estos pagos.
Lo más lindo de esta casa en mi opinión está en su patio, un rincón apacible dominado por hiedras y enamoradas del muro que parecen querer engullirse la casa entera. Allí empieza Casa Linda, el deli del lugar, con su propuesta caserísima. Nosotros llegamos a eso de las 5 de la tarde, un poco temprano para la merienda, por lo que encontramos a quienes adivinamos eran las creadoras de esta propuesta y a sus amigas, charlando como en su casa. Pedimos permiso por la invasión —que aclaro, no se sintió como tal, porque enseguida estuvieron a nuestra disposición como buenas anfitrionas—, y nos ubicamos en una de las mesitas, junto al horno de barro, para degustar una limonada y un café. Y como nos contaron que había un apple crumble que recién recién había salido del horno… bueno, que decir: no pudimos resistirnos. El setting era perfecto para romper la dieta.
Además de almuerzos y meriendas, Casa Linda también tiene menú nocturno (con reserva). Si bien es un poco lejos para ir a cenar desde Capital, los que tengan la suerte de pasar la noche en los alrededores, ¡vayan! Porque ese patio iluminado por velas en una noche de verano debe ser grandioso.
Volver
Volver a Capital, por suerte, nos tomó solo 30 minutos. Y hablando de volver, ¡ya quiero volver a Maschwitz! A explorar más de su gastronomía y a perderme un poquito en ese escenario de cuentos que detiene el tiempo y las obligaciones. Sus habitantes lograron construir algo mágico, tomaron objetos nobles, con historia, con texturas… y los transformaron en elementos de una narrativa propia: la historia de cómo ellos quieren vivir su día a día. Un poquito más lento, como para poder ver el color que aparece debajo de una madera gastada, para esperar el olor del apple crumble recién horneado, para escuchar los sueños de un amigo bajo un árbol, para degustar esos momentos que hacen que la vida sea realmente un placer.
Bien por ellos. Ojalá sea contagioso.
¿Fuiste a Maschwitz? ¿Qué es lo que más te gustó?
5 comentarios
Como es que hace dos años estuve vacacionando en una quinta ahí y me perdí de eso? Quiero ir right now!!!
Cuando vengas por Maschwitz podes pasar a conocer nuestro Cotillonboutique ARLEQUIN estamos en Ricardo Fernandez 1049 una propuesta diferente.
Hola Vik! hermosa publicación! por favor quiero saber dónde conseguiste ese modelo de new balance si sos tan amable!
Hola Yanina! Las zapas las compré en Chicago. Pero me dijeron que en Fitzrovia se conseguían. Igualmente te recomiendo que si estás buscando zapas bonitas, no dejes de pispear sus tiendas: http://www.fitzrovia.com.ar
Jajaja Cariloche le dice mi pequeñita a Carilo…! Estuve hace poco en Maschwitz pero ahora necesito volver porque no llegué hasta Die Ecke. Gran dato!
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