Ailén, la mujer que venció al frío

¿Qué hiciste el último 8 de marzo el día de la mujer? Ailén Lascano Micaz nadó más de 100 kilómetros en aguas heladas hasta romper un récord.

—Por Tofu Giandinoto

17 horas, 24 minutos y 4 segundos. Lo mismo que podría tomar un trabajo de parto. O un vuelo internacional. O también una jornada laboral de entrega de proyecto donde el tiempo corre tanto como los termos de mate y las jarras de café. Ailén Lascano Micaz utilizó ese mismo tiempo para cubrir a nado la ruta Guardia Mitre a Viedma, sin frenar y sin traje de neoprene, convirtiéndose así en la primera mujer en lograrlo y la primera persona en hacerlo sin traje.

Dado mi vínculo con el deporte clásico, un tanto limitado confieso, me pregunto y me asombro al pensar cómo alguien encara tamaño objetivo. Para Ailén, la preparación para cubrir esta cantidad de kilómetros representaba toda una nueva aventura: cambiar completamente de entrenamiento, modificar su alimentación y sus hábitos de vida. Armar equipo. Un gran equipo. Un deportista con un objetivo de este calibre no llega a ninguna meta sin el apoyo logístico y emocional de un entorno que la acompañe y la sostenga en cada necesidad y área.

Seguramente en ese período de preparación vio menos a sus amigos, tuvo menos tiempo de pantallas, no tomó vacaciones de verano, ni trasnochó salvajemente las noches previas a los entrenamientos. Puso todos los recursos disponibles en este objetivo, porque para tamaña aventura, la carrera empieza el día que arranca el entrenamiento.

Y me sigo prenguntando cómo se prepara un atleta de alto rendimiento para trascender todas esas inclemencias que me resultan imposibles de atravesar. El agotamiento físico, el muscular, la falta de aire y en el caso de Ailén se suma la temperatura. Y aquí entra el intagible e intrincado mundo de la mente.

   “La natación me permite estar mucho tiempo conmigo y trabajar en mi diálogo interno para lograr lo que quiero”.

AILÉN LASCANO MICAZ

Nadie podría completar semejante proeza sin una mente enfocada y estable que corra a favor del objetivo. Que reconozca y atraviese esas “tontas trampas” mentales que (todos) conocemos y habilitamos. Un diálogo interno a favor, trabajo consciente de correr de lado los pensamientos que nos frenan.

Me quiero nadar el mundo, empecemos desde casa.

Esto dijo Ailén cuando supo que todas las competencias internacionales en aguas heladas estaban suspendidas por el Covid. Siento que esta frase aplica a todo. Habla de esos objetivos que empiezan de apoco y se construyen a largo plazo. Me quiero escribir el mundo, me quiero viajar el mundo, me quiero tejer el mundo. Aplica a la actividad que sea que nos apasione y nos de razón de seguir vivos.

¿Alguien dijo que en la vida hay que tener siempre una zanahoria adelante para seguir avanzando? Ailén tiene un huerto entero de ellas, por lo pronto en Julio pasado completó el desafío de Manhattan, 48 kilómetros de natación en aguas abiertas rodeando la isla neoyorquina. Este desafío es una de las tres fechas de la triple corona, un reconocimiento de la Asociación Mundial de Aguas Abiertas, a los nadadores que hayan completado tres pruebas de natación de larga distancia. Restan el cruce del Canal de la Mancha y el Canal Catalina, de 34 y 33 kilómetros respectivamente.

Lo cual me deja pensando algunas cosas, aunque no me imagine ni remotamente llevando adelante semejante proeza, sí creo que estos aprendizajes corren para el objetivo que tengamos en nuestra vida:

• Las metas logradas son el resultado de muchos años de trabajo previo.
• Una mente entrenada es esencial: que sea flexible, que sepa discriminar los pensamientos negativos y mantener el foco.
• Armar equipo, hacerse de apoyo.

Parafraseando la famosa frase que nos invita al trabajo colectivo:

No woman is an island. Ninguna mujer es una isla.

Fuentes:
https://www.lanueva.com/nota/2021-3-14-7-5-23-amor-por-el-rio-negro-la-viedmense-que-salio-a-brazadas-de-su-zona-de-confort
https://inforace.org/ailen-lescano-manhattan/